¿Escuchó alguna vez decir que la razón por la que alguien hizo algo bueno o productivo fue porque simplemente se sintió impulsado a hacerlo? Por lo general la gente no puede explicar porqué lo sintió así, pero sabía que debía escuchar y proceder de acuerdo con lo que sentía. Esto me sucedió a mí, y cuando seguí ese impulso me sentí muy bien.
A menudo, lo que realmente sucede es que estamos escuchando la guía de Dios. Podemos decir que escuchar a Dios es estar alerta a Su presencia. Dios nos habla constantemente, pero a veces puede parecer difícil escuchar Su voz con claridad. Si ése es el caso, conviene seguir esta instrucción de la Biblia: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. Salmo 46:10.
Estar quietos y reconocer que Dios es Dios, no significa aquietar lo que sucede a nuestro alrededor, significa aquietar nuestro pensamiento. Una manera de hacerlo es orar, preguntando con humildad: “¿Qué es, Padre, lo que Tú quieres que sepa sobre Ti y Tu guía? ¿Qué es lo que debo entender mejor?” Esto ayuda a negarle entrada a la voluntad personal, la confusión y todos los clamores que, como los ruidos estáticos de una radio, interfieren para no permitirnos escuchar bien a Dios.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!