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Artículo de portada

Una buena amistad

Del número de agosto de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Estaba en la escuela primaria y luego en la universidad, no me sentía muy feliz que digamos. Los estudiantes de mi clase no querían ser mis amigos, y lo que es peor, actuaban como si fueran mis enemigos. No me dirigían la palabra. Los últimos años de universidad los pasé mejor. Tenía algunos amigos, pero eran amistades muy superficiales.

La situación cambió cuando comencé a comprender que necesitaba amar a mis amigos en lugar de preocuparme tanto por mis problemas personales. Comenzaba cada día pensando: “¿A quién puedo ayudar hoy? ¿A quién puedo reconfortar manifestándole mi afecto?”

Comprendí que, aunque algunas filosofías digan que somos seres solitarios, somos siempre uno con Dios. Él es nuestro mejor amigo, así que, nunca podemos estar solos. Cuánta más estrecha es nuestra amistad con Dios, tanto mejor podemos querer a nuestros amigos.

Cuánto más pensaba así, más amigos tenía. También perdí el miedo de dar el primer paso cuando quería la amistad de alguien.

La Biblia explica quiénes somos desde el punto de vista espiritual. Cuando adoptamos esta perspectiva, nuestros problemas comienzan a resolverse. Mary Baker Eddy dice en el Glosario de Ciencia y Salud que cada uno es “...la imagen y semejanza espiritual de Dios”.Ciencia y Salud, pág. 591. Entonces no podemos ser malos, tímidos ni inseguros. Incluimos todas las cualidades de Dios, como percepción, inteligencia e intuición. No somos seres carentes de poder que no saben comunicarse. Dios, nuestro Padre-Madre, está siempre con Sus hijos. Nunca nos pierde el rastro. Hay un pasaje de Ciencia y Salud que me ayudó mucho: “¿Sería la existencia sin amigos personales un vacío para vosotros? Llegará el tiempo, entonces, en que os encontraréis solitarios, sin que nadie se compadezca de vosotros; mas ese aparente vacío ya está colmado de Amor divino”.Ibid., pág. 266. “Amor divino” es Dios.

Un amigo y yo tuvimos muchos malentendidos y hasta algunas peleas. Tratamos de comprendernos y explicar porqué no nos gustaba la manera de actuar del otro. Pero cuanto más hablábamos, tanto peor se volvía la situación. Me sentía desesperada. Temí que fuera el fin de nuestra amistad.

Fue sólo estudiando la Christian Science que comprendí que es imposible tener malentendidos cuando permitimos que Dios nos guíe. Ni mi amigo ni yo fuimos hechos para tener rasgos desagradables de carácter. Ni para ser incapaces de comprendernos. La Biblia dice: “Toda buena dádiva y todo don perfecto, desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación”. Santiago 1:17. Esos “dones perfectos” son las cualidades que tiene cada hijo de Dios: paciencia, gozo, amor, ternura. En la medida que llenemos nuestro pensamiento con estas cualidades espirituales, los pensamientos de maldad, celos y odio, desaparecerán naturalmente.

Pensaba en esto cada vez que mi amigo y yo teníamos desacuerdos. El día que me concentré más en las cualidades espirituales de mi amigo, en lugar de en el enojo que yo sentía, la situación cambió sin que tuviera que decir nada. Las peleas cesaron y vi cómo mi amigo expresaba esas cualidades espirituales. Sentí que lo conocía mejor.

Ahora estamos comprometidos, y comprendo que nuestra verdadera identidad tiene su origen en Dios.: )

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