Hace Casi Un Año conocí nuevos amigos y comencé a vivir un sueño maravilloso. Teníamos mucho en común y nos divertíamos juntos. Uno de estos amigos llegó a ser mi novio, y yo lo adoraba.
Pero cuando volví de las vacaciones de invierno ese sueño se transformó en una pesadilla. Rompí con mi novio, y todos esos amigos a quienes le agradaba comenzaron a mirarme mal e ignorarme. No podía entender porqué. Me sentía una víctima, porque siempre había sido amable y afectuosa con los demás. No solo perdí a mi novio sino que tampoco tenía más amigos. Pensaba que iba a ser así por el resto de mi vida porque eran muy importantes para mí.
Hablé con mis maestros de la Escuela Dominical para que me ayudaran a entender lo que me pasaba y a ver cómo podía recobrar mi felicidad. Me sentía muy confundida. Comencé a estudiar Ciencia y Salud, y la Biblia, y a esforzarme por comprender ideas nuevas sobre mi relación con Dios.
Vi que había dado lugar a otros dioses, que estaba deificando a mi novio y que había adorado algo fuera del único Dios, que es el Amor divino. Tenía que cambiar mi manera de pensar. Leí en Ciencia y Salud: “El afecto humano no se prodiga en vano, aunque no sea correspondido. El amor enriquece nuestra naturaleza, engrandeciéndola, purificándola y elevándola”.1
También leí: “La belleza, la riqueza o la fama son incapaces de satisfacer las exigencias de los afectos, y nunca debieran tener preponderancia sobre las exigencias superiores del intelecto, la bondad y la virtud. La felicidad es espiritual, nacida de la Verdad y el Amor”. Oré para comprender esto. Mi comprensión no se produjo sin sufrimiento, y el resultado no fue exactamente lo que quería, pero Dios me estaba guiando y contestó mi oración sincera. Esta obsesión que tenía por mi novio desapareció y me sentí mucho más libre. Hoy ya no me siento triste ni dolorida, y estoy muy feliz.
Esto fue como un tamiz donde me quedé con unos pocos amigos con quienes me mantengo en contacto. Es reconfortante tener la certeza de que mi mejor amigo es Dios, mi Padre, que nunca me va a abandonar. Él es un verdadero amigo en quien confío. Sé que puedo contar con Él en las situaciones más difíciles, y puesto que todos los hijos de Dios tienen derecho a la felicidad, yo también lo tengo. Hoy estoy muy agradecida y feliz por todas las bendiciones que he recibido en mi vida.: )