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De la física a la metafísica: una travesía para pioneros espirituales

Del número de agosto de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Era El Primer Día que nuestra hija iba a la escuela. Con su “lonchera” roja en mano, de pie entre su hermano y yo, la maestra le dijo que pusiera su “lonchera” debajo de la mesa, junto con otras veinticinco. Aparentemente eso no le pareció muy lógico, así que miró a la maestra y preguntó: “¿Por qué?”

Su hermanito de ocho años, molesto, le dijo: “Clara, tienes mucho que aprender”, y tomó la valijita y la puso debajo de la mesa. Luego procedió a darle un consejo de hermano: “Una de las cosas más importantes en la escuela es que ¡JAMÁS TIENES QUE HACER PREGUNTAS!

Hoy mi hija es maestra, y aprendió (como yo también durante mis años de enseñanza) que después de todo no está mal hacer preguntas. En realidad, un buen estudiante por lo general tiene muchas preguntas. Sus preguntas son constructivas, profundas, y muestran cuánto le interesa el tema. Muestran que piensa por sí mismo, que no tiene miedo de cuestionar antiguas presunciones, viejas creencias, mitos vetustos. Muestran que está listo para penetrar nuevos territorios, para avanzar en nuevas fronteras.

Eso es ser un pionero espiritual. Es hacer preguntas que necesitan plantearse. Es pensar por uno mismo. Es cuestionar viejos mitos, antiguas presunciones y entrar en nuevas fronteras de pensamiento. Es jamás tener miedo de preguntar “¿Por qué?”

Tal vez a esto se refiera el renombrado físico Stephen Hawking en su libro Una breve historia del tiempo, cuando dice: “Hasta ahora, la mayoría de los científicos han estado demasiado ocupados desarrollando nuevas teorías que describen qué es el universo, como para preguntarse porqué”.

Hawking dice que no es suficiente desarrollar una teoría unificada del universo, como algunos científicos están por lograr. Él cree que tenemos que preguntar y responder cruciales “Porqués”. “¿Por qué se ha tomado el universo el trabajo de existir?” ¿Quién o qué estableció el universo? ¿Qué es “un creador”? Y si así es, ¿tal vez algo creó al creador?” Stephen Hawking, A Brief History of Time (New York: Bantam, 1996), pág. 233.

Son preguntas difíciles, y básicamente espirituales. Preguntas que los físicos por sí solos no pueden responder. Preguntas que, según Hawking, “los filósofos” tendrán que responder.

Y, ¿quiénes son estos filósofos? Bueno, son pensadores. Aman y viven la sabiduría. Cuestionan las creencias equivocadas o limitadas. Se esfuerzan por encontrar leyes unificadoras para interpretar e integrar el saber. Son pioneros que no temen ir más allá de los fenómenos físicos y descubrir la realidad en un contexto más elevado, más conceptual, terminantemente metafísico.

Son gente como la siguiente:

El científico Edward O. Wilson, quien cree que el conocimiento físico, de por sí, es parcial. Él quiere investigar “la unidad fundamental” que existe entre “todas las formas del saber”, una “filosofía del saber” o posiblemente una “teología científica”. Edward O. Wilson, “Back from Chaos”, The Atlantic Monthly, Marzo 1998, págs. 41-62.

El físico y místico oriental Fritjof Capra, quien hace una década advirtió que “el conocimiento racional... que mide, cuantifica, clasifica y analiza” es básicamente limitado. Lo que se necesita, afirma, es un impulso que equilibre la “sabiduría intuitiva”, la “religión” y la “cooperación”. Fritjof Capra, The Tao of Physics (New York: Bantam, 1988), págs. xvi, 15.

Los ganadores anuales del premio “John Templeton Foundation”, entre ellos los que planean cursos universitarios donde se explora la relación entre la ciencia y la religión. Un caso típico de nombres de cursos propuestos por estos ganadores son “Ciencia y religión en la tradición occidental” y “El papel espiritual de las cosmologías en diversas culturas”. M. S. Mason, “Classes Ponder Faith and Science”, The Christian Science Monitor, Diciembre 8, 1997.

Los miles de participantes a las reuniones anuales realizadas en la Facultad de Medicina de Harvard (desde 1994) bajo el tema “La espiritualidad y la curación en la medicina”, donde se explora la relación que existe —a menudo documentada clínicamente— entre la oración y la curación.

Las miles de personas de todo el mundo que estudian asiduamente la filosofía divina del libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, que proclama en la primera página del Prefacio: “Ha llegado la hora de los pensadores”.Ciencia y Salud, pág. vii. Este libro elucida una Ciencia totalmente espiritual, con su base en Dios, el Principio absoluto y único intérprete del universo. Las leyes de esta Ciencia decretan que el amor puro que Dios tiene por Su creación tiene preponderancia sobre todas las creencias materiales. Estas leyes divinas constituyen una Ciencia metafísica aplicada, “Christian Science”, que puede sanar problemas y dolores de toda clase.

Estos pensadores son los pioneros del pensamiento de hoy. Todos se arriesgan a correr contra la corriente del pensamiento material prevaleciente. Pero no están alienados de la sociedad en que viven. En realidad, están sirviendo a la humanidad. Su labor es de beneficio para todos. Rechazan los límites que se nos han impuesto. Y cada paso de progreso espiritual nos ayuda a liberarnos [de las limitaciones] para ser lo que Dios nos creó: la emanación eterna del Amor divino.

Este mes, estudiantes y profesores universitarios de todo el mundo se reunirán en Boston, en la sede de la Iglesia establecida por la Sra. Eddy para llevar adelante las ideas expresadas en Ciencia y Salud. Los participantes van a reflexionar juntos acerca de la misión de los “Pioneros del Milenio Espiritual”.

Pero el “milenio” al que se refiere esta reunión no tiene nada que ver con el año 2000. Se refiere al milenio espiritual que la Sra. Eddy una vez llamó “un estado y etapa de progreso mental que viene ocurriendo desde el comienzo de los tiempos”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 239.

Karen Bowen, organizadora de la reunión, dice que “la meta aquí es contribuir a que los estudiantes se vean como pensadores y sanadores, así como pioneros espirituales que admiten su relación con Dios”.

Bowen continúa: “Todos los pioneros son necesarios. Cada uno es un pionero a su modo, y el seguir en esta senda allana el camino para algún otro. Hace que el pensamiento del mundo vaya hacia adelante. Es como una ola que crece y crece hasta que lo cubre todo”.

Para progresar de esta forma, los pioneros tienen que rechazar las limitaciones. Y los pioneros espirituales rechazan las limitaciones de la materia misma. Ponen en tela de juicio lo que mucha gente cree que es incuestionable. Cuestionan las creencias que afirman que nuestra identidad, inteligencia, carrera, relaciones y vida son materiales. Ellos creen, en cambio, que el Espíritu es supremo, que la nada absoluta de la materia debe ser auto expuesta, y que la física debe dar lugar a la metafísica.

Cada una de las victorias del pionero espiritual es una victoria de todos nosotros. Cada victoria, por más pequeña que sea, nos acerca a este inevitable milenio espiritual. Cada paso de progreso sirve para que respondamos más definitivamente las grandes preguntas que tiene la humanidad. Cada uno contribuye a que comprendamos mejor quiénes somos y porqué estamos aquí. Y, finalmente, cada victoria hace que sea más posible para todos, en las palabras de Hawking, “conocer la mente de Dios”. Hawking, pág. 233.


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