Cierta vez establecí una relación muy buena con alguien del sexo opuesto. Pronto me di cuenta de que me sentía atraído hacia ella. La comunicación que había tenido con mi amiga se fue nublando por esta relación más personal.
Vi que tenía que orar para sanar esta situación. En la Christian Science, la oración que sana se llama “tratamiento”. De esta forma me traté a mi mismo varias veces para obtener una mayor paz.
Declaré que era una expresión de Dios y que esta situación no me podía perturbar. Pero, a menudo, me volvía a sentir desdichado.
Me convencí de que era necesario sentirme totalmente libre, de modo que me volví humildemente a Dios. Empecé a comprender que si Él me había puesto en esta relación amistosa, no me podía dejar sin ayuda alguna. Vi que en esta relación Dios me había dado una misión. Percibí que no era necesario que dejara de ver a mi amiga, y que podía continuar expresando franqueza y honestidad. También pensé que puesto que era una expresión completa de Dios, no me podía faltar nada, tuviera o no la compañía de mi amiga.
Esta oración me trajo paz y alegría. Pero luego descubrí un problema nuevo: había empezado a criticar a mi amiga. Alguien me hizo presente amablemente la frase en “Una Regla para móviles y actos” del Manual de La Iglesia Madre por Mary Baker Eddy: “...sólo el Amor divino gobierna al hombre...” (pág. 40). Ahí vi que Dios gobierna a todos y que podía confiar en Él.
Esta amistad continúa. Me ha traído una nueva inspiración a mí y, espero, a mi amiga. También estoy agradecido de haber cambiado.: )