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Un Sábado, no hace mucho tiempo, salí para...

Del número de agosto de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un Sábado, no hace mucho tiempo, salí para hacer unas compras. Caminaba en medio del día por una zona bastante concurrida de la ciudad, y decidí cruzar un parque para dirigirme al siguiente lugar. Había algo de gente por la zona, pero estaban bastante lejos. En eso, vi a tres jóvenes que caminaban por el parque en dirección a mí.

De pronto oí que alguien gritó: “¡Ven aquí!” Como no pensé que me lo decían a mí, seguí caminando. Oí ese grito nuevamente y esta vez más cerca. Cuando lo oí por tercera vez, uno de los jóvenes estaba parado tan cerca frente a mí que podía sentir su aliento. Me dijo: “¡Dame tu cartera y no hagas ruido!”

Tenía las manos en los bolsillos y no sabía si tenía un revólver o un cuchillo. Sus amigos estaban a unos cincuenta metros, esperándolo. Aunque la situación parecía peligrosa, yo no sentía miedo alguno.

Recién había terminado de leer un libro sobre la curación en la Christian Science titulado Healing Spiritually (sanar espiritualmente), que incluye algunos ejemplos de situaciones como ésta. Sabía que Dios estaba conmigo, como también lo estaba con esos jóvenes. Sentí que tenía que decirle algo a esta persona, y lo hice. Lo que dije estaba lleno de una convicción y poder que sólo podía atribuirse a Dios.

Cuando el joven me pidió nuevamente la cartera, le dije: “¡No! Tú no quieres hacer esto”. La pidió de nuevo y le dije que él no era así. Repitió la orden y le contesté: “No, tú eres un hijo de Dios. Tú has nacido del Amor, y todo lo que puedes reflejar es Amor”. Esto se repitió unas diez veces, y cada vez me negué a darle la cartera y le dije algo relacionado con su identidad como hijo de Dios.

Luego de esto dejó de hablar y se quedó mirándome. Lo miré a los ojos y sentí una gran compasión hacia él. No sentí resentimiento ni temor alguno. A esto, bajó su mirada y dijo en voz baja: “Vete”, y cada uno siguió su camino.

Esto fue para mí un ejemplo muy claro del cuidado que Dios brinda a todos Sus hijos. Dios me protegió de que me robaran o lastimaran, y también protegió al joven y a sus amigos de hacer algo que los privaría de su herencia espiritual como hijos de Dios. Me sentí feliz de haber sido testigo de la omnipotencia de Dios y de Su cuidado y protección omnipresentes.

Hace poco tuve otra curación que me mostró de nuevo que el amor es más poderoso en nuestra vida que el mal.

Al regresar de vacaciones había levantado maletas pesadas y demás cosas. Al día siguiente tenía un gran malestar en la espalda, como si hubiera hecho un esfuerzo excesivo. Ese fin de semana trabajé en el jardín, trasplanté un pesado cactus, y luego tuve que deshacerme de la maceta que lo contenía anteriormente.

Cuando terminé, la espalda me dolía bastante, pero sin prestarle mucha atención pensé en algo positivo y decidí descansar por un rato. No hice ningún esfuerzo por orar específicamente.

Más tarde, fue evidente que la espalda tenía algo serio. No podía caminar normalmente y me dolía mucho. Tenía que hacer algunos mandados y pensé que al regresar iba a llamar a un practicista de la Christian Science. Finalmente, me puse a orar. Era obvio que lo primero que tenía que hacer era recurrir a Dios. Quería moverme con libertad y sabía que Dios brinda libertad naturalmente a todos Sus hijos. Cuando le pedí a mi Padre-Madre Dios que me diera las ideas que necesitaba para sanar, me vino el pensamiento de que no hay nada en lo que pienso de mí o de los demás que no esté de acuerdo con lo que Dios siempre sabe del hombre espiritual e ideal.

De inmediato comprendí que estaba disgustada por la forma en que alguien muy querido había estado actuando. Corregí mi forma de pensar, y recordé que Dios nunca permitió que las acciones y los pensamientos de esta persona y los míos estuvieron en desacuerdo con Él. Todo esto ocurrió en el poco tiempo que me llevó cruzar la calle para ir a la tienda. Cuando entré, pude caminar normalmente y no sentí dolor alguno. Al rato, sentí un par de contracciones insignificantes, pero tuve la seguridad de que cuando Dios sana algo es permanente. Al día siguiente ya no tuve dolores, y no los he tenido desde entonces.

Es maravilloso saber que Dios está siempre gobernando el pensamiento y las acciones del hombre. Todo lo que tenemos que hacer para sanar, es recurrir a Él en oración. No tengo palabras para decir lo agradecida que estoy por esta religión increíble, la Christian Science. Realmente nos da el entendimiento de que, cuanto más amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, más demostramos que el mal no tiene poder en nuestra vida.


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