Un Sábado, no hace mucho tiempo, salí para hacer unas compras. Caminaba en medio del día por una zona bastante concurrida de la ciudad, y decidí cruzar un parque para dirigirme al siguiente lugar. Había algo de gente por la zona, pero estaban bastante lejos. En eso, vi a tres jóvenes que caminaban por el parque en dirección a mí.
De pronto oí que alguien gritó: “¡Ven aquí!” Como no pensé que me lo decían a mí, seguí caminando. Oí ese grito nuevamente y esta vez más cerca. Cuando lo oí por tercera vez, uno de los jóvenes estaba parado tan cerca frente a mí que podía sentir su aliento. Me dijo: “¡Dame tu cartera y no hagas ruido!”
Tenía las manos en los bolsillos y no sabía si tenía un revólver o un cuchillo. Sus amigos estaban a unos cincuenta metros, esperándolo. Aunque la situación parecía peligrosa, yo no sentía miedo alguno.
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