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Corre el telón a tus penas

Del número de diciembre de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Unos Meses Después de la muerte de mi marido, fui a quedarme con unos amigos muy queridos. Me desperté muy temprano una mañana sintiéndome sola, enferma y muy triste por la pérdida. Rápidamente, recurrí a Dios y dije: "Dime qué hacer para seguir viviendo. ¿Hacia adónde he de ir? ¿Qué he de hacer?" Luego me levanté de la cama, me vestí, y sin hacer ruido, salí de la casa.

Una vez afuera, me sentí como en un mundo de ensueño. Había nevado durante la noche, y los campos, los caminos y los árboles brillaban en el resplandeciente amanecer. Mientras caminaba, oraba en silencio, respirando el claro y vivificante aire. Erguí mi cabeza y estas palabras vinieron a mi pensamiento: "Corre el telón".

Correr el telón ¿a qué?, me pregunté. Ciertamente no quería correrlo sobre la vida abnegada, tierna, leal y amorosa de mi compañero. No era eso. Continué caminando y regocijándome con la belleza que había a mi alrededor, mientras escuchaba más ideas sobre lo que significaba "Correr el telón", y qué podría significar para mí en ese momento. Luego pensé: corre el telón a la enfermedad y a la muerte, a la separación y a cualquier cosa que lamentes.

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