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La lógica del nacimiento virginal

Del número de diciembre de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Unos Años cerca de Navidad, pensé que sería interesante ver de qué manera una enciclopedia general sobre religión hablaba sobre el nacimiento tan especial de Jesús. Tenía una en mi biblioteca y busqué en el índice. No había ninguna mención del "nacimiento virginal". Pensé que no estaría usando el término adecuado y busqué otras posibilidades, pero no encontré nada. Por último, fui al principio del capítulo sobre el cristianismo. Pero en sus cuarenta páginas no había ninguna mención del nacimiento virginal.

No es ninguna novedad que mucha gente que abraza una religión hasta cierto grado, siente que no puede dejar de lado la creencia en el tan aceptado orden físico de las cosas. De modo que hay una tendencia a desenfatizar, o hasta descartar por completo, hechos que parecen imposibles de acuerdo con las teorías físicas, o simplemente reducirlos a algo más aceptable. (Un ejemplo de esto aparece en un comentario de la Biblia que degrada el relato sobre Jesús cuando camina sobre el agua, diciendo que fue vadeando el oleaje.)

No obstante, el nacimiento virginal es mucho más que un punto doctrinal que podamos descartar o un milagro que aceptemos por fe. De hecho, la comprensión de su lógica es uno de los aspectos principales del cristianismo y de la curación cristiana hoy en día. En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy expone el tema de una manera que invita a la reflexión: "La iluminación del sentido espiritual de María silenció la ley material y su sistema de generación, y dio a luz a su hijo por la revelación de la Verdad, demostrando que Dios es el Padre de los hombres. El Espíritu Santo, o Espíritu divino, cubrió con su sombra el sentido puro de la Virgen-madre, dándole el pleno reconocimiento de que el ser es Espíritu. El Cristo siempre moró como una idea en el seno de Dios, el Principio divino del hombre Jesús, y la mujer percibió esta idea espiritual, aunque al principio tenuemente desarrollada".Ciencia y Salud, pág. 29.

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