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Padre-Madre Dios

Del número de diciembre de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando era muy pequeño, yo me apoyaba en mi mamá y mi papá para todo. Ellos me cuidaban, me alimentaban y vestían. Cuando crecí y fui estudiante en la Escuela Dominical, aprendí que también puedo recurrir completamente y con la misma confianza a Dios, el Padre y Madre de todos. Me volvía cada vez más y más a Dios siempre que sentía que necesitaba la fortaleza de mi Padre y la amorosa ternura de mi Madre. Mis padres también comprendían esta relación con Dios. Me alentaban a que confiara en Él por completo, a saber que Dios me hizo, que siempre me ama y cuida totalmente de mí.

En una ocasión, cuando yo tenía doce años, mi hermanito menor se empezó a sentir muy enfermo en medio del día. Entró en la casa sin decírselo a nadie y se metió en la cama. Compartíamos el mismo cuarto, y noté que estaba echado allí cuando entré en la casa a buscar algo. Le pregunté si se sentía bien, y me dijo que se sentía mal. No quería comer nada, no quería levantarse de la cama, y ni siquiera quería salir a jugar con sus amigos.

Yo había estado aprendiendo que Dios es mi Padre-Madre. Y también había aprendido que orar a Dios trae respuestas a cualquier problema, en cualquier momento, en cualquier lugar. De modo que, aunque después les conté a mis padres lo que había sucedido durante el día, en ese momento simplemente recurrí a Dios.

Hablé con mi hermano sobre Dios. Le dije que Dios lo amaba y podía sanarlo. Entonces tomé mi ejemplar de Ciencia y Salud y le leí algunas partes que pensé le haría bien escuchar. No recuerdo exactamente qué pasajes le leí, pero sí sé que la sensación de que Dios era el Padre-Madre de mi hermano estaba en mi corazón, y yo quería que él también se sintiera así.

Las personas que escribieron la Biblia pensaban mayormente que Dios es nuestro Padre, pero la Sra. Eddy pensó que Dios es nuestro Padre-Madre y se refiere a menudo a Dios de esta manera. En la pág. 332 de Ciencia y Salud, ella escribe: "Padre-Madre es el nombre de la Deidad que indica Su tierna relación con Su creación espiritual".

Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, bueno como Dios: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en... toda la tierra". Génesis 1:26.

Mi maestro de la Escuela Dominical me había dicho que en ese pasaje, donde dice "hagamos", se refiere al Padre-Madre Dios. Esto fue muy importante para mí, porque comencé a pensar en Dios de una manera mucho más completa, y no tan sólo que era mi Padre. Pensé en la forma maravillosa en que mi mamá expresa maternidad, y comprendí que Dios era todo eso y mucho más. Comencé a comprender que Dios es tierno, amoroso y sensible a mis necesidades, y a las necesidades de toda Su creación. Pensé en la fortaleza y el valor de mi papá. Luego, reconocí que Dios era fortaleza, valor y apoyo infinitos. Esta reflexión me ayudó a entender que la paciencia, la ternura y el cuidado no eran cualidades de las "chicas" exclusivamente. Como tampoco eran la fortaleza, el valor y la persistencia cualidades exclusivas de los "chicos".

Aprendí que las maravillosas cualidades que veía en mis padres provenían de nuestro PadreMadre Dios. Esto de ninguna manera me hizo querer menos a mi mamá y a mi papá. La verdad es que me hizo quererlos aún más, de una manera más espiritual y pura. También percibí que tengo todas esas cualidades, y que mi hermano y todos mis amigos y maestros también las tienen; la verdad es que todo el mundo tiene esas cualidades. Conociendo estos hechos, pude ver que mi hermano era el hijo de Dios.

Para mi sorpresa, después de un rato muy corto, y mientras todavía le leía, mi hermano me miró y me dijo: "Ya me siento bien. Creo que me voy a ir afuera a jugar". Y así lo hizo.

A mí me embargaba una gratitud e inspiración tan grande, y estaba tan maravillado, que continué leyendo, absorbiendo los pensamientos que iba recibiendo, durante un rato largo después de que él se fue. Me olvidé por completo qué había entrado a buscar en la casa. Hasta me olvidé de salir afuera a jugar. Hasta sentí que dije en voz alta: "Gracias, Padre-Madre".

Haber sabido que nuestro Padre-Madre hizo a mi hermano perfecto, y que lo ama, lo sanó por completo, y le permitió salir corriendo a jugar. Yo no veía el momento de contarle a mi clase de la Escuela Dominical que había comprobado lo que estábamos aprendiendo sobre Dios, nuestro Padre divino.

Nuestro Padre-Madre Dios siempre está con nosotros, y nos ayuda y sana cuando nos sentimos mal o tristes.

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