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Oración por un buen gobierno

Del número de diciembre de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un Día Una Amiga muy querida me preguntó: "La Biblia nos dice que debemos orar por la gente que ocupa puestos de liderazgo y por la pacífica resolución de diferencias. Pero ¿cómo puedo saber cuál es el lado correcto?"

La respuesta que me vino fue que la oración por nuestro gobierno no consiste en determinar qué individuos están en lo correcto y quiénes equivocados, ni ponerme del lado de uno y derrotar al otro. La solución para cualquier problema no está en el problema, sino en la comprensión de que Dios, el bien, es Todo-en-todo, y que el hombre es Su idea espiritual.

Dios, el Principio divino de todo ser, gobierna a cada una de Sus ideas en toda circunstancia. Todos podemos ser obedientes a este Principio del todo amoroso, en lugar de permitir que la voluntad humana, las lealtades personales o la ambición nos impulsen a actuar. Cuando confiamos en este Principio, que nos guía solamente al bien, podemos resolver cualquier problema y recuperar la armonía.

Este mismo concepto se aplica a nuestra oración por el gobierno. La verdad es que cada uno de nosotros es la idea de Dios, Su propia creación, el hombre. Expresar las cualidades de Dios, como son la bondad, la verdad, la sabiduría y el amor, es natural. Los miembros de nuestro gobierno —quienes también son ideas de Dios— pueden responder a las oraciones que afirman su verdadera naturaleza espiritual. Y cuando oramos de este modo, no estamos orando por un resultado humano en particular, oramos para que se haga la voluntad de Dios.

La ley de Dios gobierna y por su propia naturaleza bendice a todos.

A veces no es fácil hacer esto, especialmente cuando tenemos sentimientos fuertes sobre cuál debe ser la solución humana. Pero es esencial confiar en el gobierno de Dios. Nos libera de las limitaciones y de la falta de confiabilidad de la mente humana, y nos prepara para percibir las infinitas posibilidades que la Mente divina, Dios, nos ofrece. La oración no es un esfuerzo para cambiar o manipular la materia o las personas. Por el contrario, incluye la negación de todo aquello que nos quiera hacer creer que la creación es material, y está compuesta de pensamientos y seres fragmentados que están inherentemente en guerra los unos con los otros. La oración también incluye la afirmación de la totalidad y bondad de la Mente divina. Ciencia y Salud declara: "Sed firmes en vuestra comprensión de que la Mente divina gobierna y que en la Ciencia el hombre refleja el gobierno de Dios".Ciencia y Salud, pág. 393.

Podemos afirmar que en verdad el hombre está dispuesto a aceptar sólo al Principio divino; no puede ser manipulado por intereses especiales ni tener prejuicios. Podemos negar la creencia errada de que el hombre, la idea de Dios, se puede enredar en alguna apariencia de control despótico, deshonestidad, corrupción o pecado de alguna clase. Ese tipo de conceptos errados no pueden ocultar las cualidades espirituales de bondad, pureza, igualdad, compleción y generosidad que verdaderamente nos identifican y superan todo lo demás.

Podemos obtener mucha fortaleza cuando pensamos que es la ley de Dios lo que realmente gobierna. Esta es una ley buena que por su propia naturaleza debe bendecir a todos. El Salmo 19 explica esta ley y lo que hace. "La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos". Salmo 19:7, 8. Nada se puede agregar a esta ley que no exista ya, y ningún derecho nos puede ser quitado.

Pero ¿acaso la oración de fe y la comprensión espiritual realmente influencia y transforma el gobierno humano? ¡Claro que sí! Ha sacado a la humanidad de las épocas oscuras, establecido la libertad y la democracia, ha ganado guerras y derrotado opresores. Y continuará haciéndolo por más difíciles que parezcan los problemas de un gobierno en particular.

La voz de la Verdad se puede escuchar hoy tan ciertamente como la escucharon los patriarcas, los profetas, Cristo Jesús y los apóstoles. Se puede escuchar y prestarle atención en las oficinas de ejecutivos, en la sala de la junta directiva, en las legislaturas, los parlamentos y tribunales de justicia de todo el mundo. Nuestra tarea consiste en permitirle que guíe nuestros pensamientos y acciones, y satisfaga cada una de nuestras necesidades.

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