Por Cinco generaciones nuestra familia ha conocido y practicado la Christian Science, y ha tenido muchas curaciones por medio de la aplicación de sus enseñanzas, que se basan en la Biblia. Una curación en especial es un hito para mí porque trajo, y sigue trayendo, mucho crecimiento espiritual a mi experiencia.
Durante una época difícil, en la que habíamos perdido nuestra casa durante la guerra y no sabíamos el paradero de mi padre, me enfermé de polio. Debido a las reglamentaciones que había respecto a las enfermedades infecciosas, fui recluida en la sala de cuarentena de un hospital. Los médicos le dijeron a mi madre que había pocas esperanzas y que no podían hacer nada más por mí. Si sobrevivía, era probable que quedara seriamente discapacitada.
Mi madre oyó este pronóstico, pero, como ella me contó después, no lo aceptó. Después de todo, por medio de su estudio de la Ciencia divina, había aprendido a recurrir a Dios siempre que tenía preocupaciones y dudas. Y así, empezó a darme tratamiento por medio de la oración, a pesar de que cuando tuvimos que huir de nuestra casa, había perdido toda su literatura de la Christian Science. Ella dependía de lo que había aprendido de memoria y de su confianza incondicional en el Amor divino y sus leyes.
A pesar de sus oraciones, al principio mi estado no mejoró, sino que empeoró tanto, que después de un par de días el médico le dijo que no sobreviviría la noche siguiente. En esta situación, que sólo puede ser la hora más oscura para cualquier madre (en ese momento, yo todavía estaba inconsciente), ella estuvo pensando persistentemente en la oración que Cristo Jesús hizo en el huerto de Getsemaní: "No se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42). Ella vio muy claramente que Dios era mi Madre y que tenía que abandonar cualquier concepto de una relación personal madre-hija entre ella y yo. Mi madre abandonó toda voluntad humana y confió en este conocimiento del amor maternal de Dios para nosotras dos. Esta renuncia personal para volverse a Dios, fue el comienzo de mi curación; desperté de la inconsciencia, me di cuenta de lo que pasaba a mi alrededor, y pronto pude regresar a casa sana. Para muchos esta curación fue un milagro, pero no para nosotras, porque habíamos estado experimentando la demostración de esta declaración de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: "Todo lo que mantenga al pensamiento humano de acuerdo con el amor desinteresado, recibe directamente el poder divino" (pág. 192).
Me gustaría agregar que la curación ocurrió hace muchas décadas, ha sido permanente, y no tuve ni tengo ninguna discapacidad. Esta muestra del poder sanador de Dios y la comprensión de la necesidad de abandonar la falsa responsabilidad personal, han sido de gran ayuda al tratar con mis hijas y nietos.
Otra experiencia me mostró lo importante que es recordar lo que he aprendido de una curación, y aplicarlo con alegría y gratitud. En una ocasión, cuando nuestra hija menor era aún muy pequeña, se quejó de que le dolía un oído. Era medianoche, por lo que no quise despertar a nadie. La pequeña lloraba mucho, y yo me sentí responsable; me di cuenta de que mi sentido personal de amor materno no era suficiente para consolarla y ayudarla. Conforme luchaba esa noche para obtener una mejor comprensión del amor de Dios, la gratitud por mi curación narrada anteriormente y cómo ocurrió, vino nuevamente a mi pensamiento. ¿Tenía que aferrarme a un punto de vista personal, lleno de temor y preocupación por ser madre? ¿Era eso lo que había aprendido de mi propia experiencia y del estudio de la Christian Science? Definitivamente no.
Confié a mi pequeña hija y a mí misma, al amor sanador de Dios. Me tranquilicé con la comprensión de Su presencia sanadora y sentí una maravillosa seguridad y protección. Percibimos que la Ciencia divina es el Consolador y sanador que Jesús nos prometió. Nuestra pequeña hija dejó de llorar y durmió profundamente durante toda la noche; a la mañana siguiente, se despertó sana y feliz. Estuvimos muy contentas por esta demostración de la pronta respuesta del Amor.
Estoy profundamente agradecida por haber sido criada como Científica Cristiana, y en consecuencia haber confiado en Dios aun cuando era una niña; pero entonces era tan sólo una fe ciega que simplemente había adoptado. A lo largo de los años comprendí que no podía simplemente aceptar el concepto de que "Dios está aquí", sino que debía y podía hacerlo mío a través de la oración. Ciencia y Salud, lo dice de esta manera: "A fin de comprender más, tenemos que poner en práctica lo que ya sabemos" (pág. 323).
Es una gran alegría que mi familia esté tomando este camino conmigo en la Christian Science, y que yo pueda también ayudar a otros a darse cuenta de que son los hijos amados de Dios.
Hamburgo, Alemania