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Elija el camino de Dios

Del número de mayo de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Cómo Hace Usted para llegar a una meta determinada con la mayor seguridad posible? ¿Escoge un camino muy transitado y con muchas encrucijadas, la mayoría de las cuales no conducen a esa meta, o un camino poco transitado que le garantiza llegar a destino? Estoy segura de que escogería este último, ¿no? Lo mismo se aplica cuando se trata del cuidado de la salud.

A lo largo de la historia se han descubierto muchas formas de combatir las enfermedades, y podemos resumirlas en dos métodos esencialmente distintos: uno, el más común, se apoya en medios materiales, y el otro en medios espirituales.

Hoy, mucha gente presta atención a lo que puede ver o tocar. Se deja guiar por el testimonio de los sentidos físicos, y por eso se tiene la tendencia a recurrir a medios materiales para aliviar las dolencias físicas, medios que parecen en primera instancia más fáciles y requieren de muy poco esfuerzo espiritual. Parten de la premisa de que la salud es una cualidad de la materia, la cual, de acuerdo con las leyes físicas, se puede degenerar y enfermar. Desde este punto de vista, se piensa que la aplicación de antídotos materiales contrarrestan los efectos de esas leyes, normalizando el estado del cuerpo humano.

Pero, ¿conducen estos métodos a la meta que queremos alcanzar y nos garantizan un estado de salud estable? La frecuencia con que las enfermedades parecen ocurrir en el mundo, nos haría cuestionar la supuesta eficacia de esos métodos.

La salud es una cualidad espiritual que proviene de Dios, la Vida divina, y que se expresa en el hombre en un estado subjetivo de integridad.

Por otro lado, la curación espiritual según las enseñanzas de la Christian Science, está demostrando día a día su eficacia a quienes la adoptan. Basada en la oración, reconoce la perfección del hombre hecho a semejanza de Dios, niega la sumisión a la enfermedad y a las condiciones materiales, y afirma que Dios, el Espíritu, es en realidad el único sanador, supremamente poderoso y triunfante.

La salud es una cualidad espiritual que proviene de Dios, la Vida divina, y que se expresa en el hombre en un estado subjetivo de integridad. El hombre, como reflejo espiritual de Dios, es inseparable de su Hacedor, y está indisolublemente ligado a la Vida. Para Dios, el hombre jamás puede experimentar algo contrario al bienestar espiritual, pues éste es su estado permanente de existencia.

La curación espiritual nos permite probar la verdad de esta premisa. Su eficacia es ilustrada por las enseñanzas y obras de Cristo Jesús, quien hace veinte siglos sanaba en forma instantánea todo tipo de enfermedades.

Nuestro Maestro, ejemplificaba al Cristo, la idea espiritual de Dios. ¿Qué camino siguió Jesús para hacer esas grandes obras? La Sra. Eddy lo explica en Ciencia y Salud: "Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales", y luego agrega: "En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esa manera correcta de ver al hombre sanaba a los enfermos".Ciencia y Salud, pág. 476.

El sentido espiritual que nuestro Maestro utilizaba para "ver" — la intuición espiritual con la cual él pensaba correctamente acerca de las cosas — es indispensable para entender y practicar la curación espiritual. La Sra. Eddy escribe: "El sentido espiritual es una capacidad consciente y constante de comprender a Dios".Ibid., pág. 209. Esta capacidad, que es innata en el hombre y se desarrolla continuamente en la consciencia, hace que el pensamiento se abra y sea más receptivo al bien. Con esta capacidad podemos conocer y probar cuál es "la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta". Romanos 12:2. El sentido espiritual nos muestra que, como descendiente del Espíritu, el hombre posee una sustancia espiritual indestructible que nunca degenera, envejece, ni puede enfermarse.

La Christian Science explica que las enfermedades son creencias falsas del pensamiento humano. Son la aceptación de la discordancia y su supuesta inevitabilidad, un estado de temor, una suposición de que el cuerpo es ingobernable. Eso explica la naturaleza mental de la enfermedad.

Una vez tuve la ocasión de corroborar estas explicaciones analizando los modos y frecuencia con que los medios de comunicación masiva tratan los temas sobre las medicinas y la enfermedad. Pude notar en los canales de televisión locales que durante la época de otoño, invierno y primavera se promocionaban continuamente varios medicamentos y se hacían entrevistas a personas entendidas en medicina. Mientras que en los meses de verano, esos reportajes y propagandas desaparecían prácticamente de la programación televisiva. Se sobreentiende que en el verano la gente tiene que renovarse y disfrutar de sus vacaciones, por lo tanto, esas propagandas no "venden", porque las personas quieren estar bien y no las "compran".

Sin tener la intención aquí de poner en duda el deseo humanitario que expresan muchos profesionales de la medicina de ayudar a combatir las enfermedades, este ejemplo muestra la tendencia generalizada a resignarse y elegir el camino material en búsqueda de soluciones, sin reconocer que hay un camino espiritual que lleva a la verdadera armonía.

Cuando partimos de la premisa de que el Amor divino ama infinitamente a Sus ideas y no puede crear algo que las pueda perjudicar o destruir, se hace evidente que Dios no creó la enfermedad ni nada malo, y que Él le ha dado al hombre la capacidad para conocer y experimentar únicamente el bien. Así es como la curación espiritual es el medio divinamente autorizado para despertar la conciencia a la salud y al bienestar constantes.

El estar conscientes del poder infinito de Dios y de Su amor siempre presente, desarrolla en nosotros una inagotable confianza en el bien.

Hace algún tiempo, en la época de invierno, tuve la oportunidad de poner en práctica la ley de Dios que la Christian Science explica. Se creía en aquel momento con mucha convicción, que había una epidemia de gripe, y que era muy difícil evitar contraer dicha enfermedad. Dado que conozco de niña la Christian Science,Significa Ciencia Cristiana. Pronúnciese crischan sáiens. decidí, como en muchas otras ocasiones, orar por este asunto y tomar el camino espiritual. Mantenía y declaraba en mi pensamiento que ni ésa ni ninguna otra enfermedad había sido creada por Dios y, por lo tanto, no podía existir.

El Espíritu, Dios, había establecido Su ley de armonía para gobernarnos — y no una supuesta ley material de contagio — y por esta razón no había nada que temer, porque la voluntad de Dios para todos es el bien. Me esforzaba en "ver" a los demás y a mí misma como "el hombre perfecto" y espiritual que el Amor divino formó, y que permanece así para siempre.

Como resultado de orar diariamente, reconociendo que las leyes espirituales de Dios están siempre en vigor, nunca sentí síntoma alguno de la enfermedad, y tampoco las personas allegadas a mí.

También aprendí la importancia de mantenerme alerta, y de no aceptar bajo ninguna circunstancia el mal como algo que pueda ocurrir en nuestra vida.

El estar conscientes del poder infinito de Dios y de Su amor siempre presente, desarrolla en nosotros una inagotable confianza en el bien, y esto nos guía en nuestro camino por la vida. Cuando nos apoyamos en la ley del Espíritu podemos discernir mejor la irrealidad de la enfermedad y la materia, y reclamar nuestro derecho divino de no ser dominados por pensamientos colectivos de contagio. Esto también nos libera del miedo de adoptar el camino de la curación por medios espirituales, puesto que existen fieles testimonios de la eficacia y del progreso moral y espiritual que resulta al adoptarlo.

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