Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La totalidad de Dios

Del número de mayo de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Hacemos una suma no decimos que el resultado de la suma es parcialmente correcto. Sabemos que el resultado, o bien es correcto o incorrecto. El principio de las matemáticas no permite incorrecciones ni respuestas parcialmente correctas.

De la misma manera es obvio que Dios, quien es la Mente omnisciente, el Principio divino perfecto, no permite nada que se aparte de Su perfección absoluta. ¿Acaso nuestro concepto de Dios le otorga a Él menos precisión y confiabilidad de las que reconocemos en la ley de las matemáticas? ¿Es que Dios se ve alguna vez forzado a anular su propia norma de perfección?

Para muchas personas el hecho de que Dios sea la totalidad y la perfección parece demasiado abstracto como para aplicarlo en la práctica y resolver los problemas de la humanidad. La mente humana está tan adaptada a pensar en términos materiales y finitos, que le es difícil comprender el concepto infinito. Una de las conclusiones que el pensamiento humano encuentra muy difícil de aceptar, es que si Dios es Todo y es el bien, todo es bueno. Generalmente, la humanidad no espera que todo sea completamente bueno, perfecto y sin defectos. Muchos se conforman con pensar que hay un poco más de bien que de mal.

Sin embargo, así como podemos aplicar la ley de las matemáticas para cualquier cálculo, del mismo modo podemos aplicar la ley de Dios para resolver todos los problemas de nuestra vida diaria, demostrar que el bien es todo y la única realidad de la existencia. Podemos aprender a aplicar el entendimiento que obtenemos de la totalidad e infinitud de Dios, para corregir aun las cosas más pequeñas del diario vivir, así como también las grandes.

Por cierto nunca encontraremos la perfección absoluta en la así llamada vida material. La existencia mortal se caracteriza por una mezcla de armonía y discordancia, vida y muerte, salud y enfermedad. Y todo esto parece normal para el pensamiento de los mortales. Pero desde un punto de vista espiritual, la mezcla de estos opuestos no es normal. Dios tiene una norma inequívoca, invariable. En el "principio", como se relata en el Génesis, Él estableció una norma. Las cualidades puras de Su creación, que expresan Su naturaleza, jamás podrían mezclarse con sus opuestos. El Génesis declara: "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera". Gén. 1:31.

Cristo Jesús reiteró esta norma en sus enseñanzas. Dijo que "no se recogen uvas de los espinos, y que no puede el buen árbol dar malos frutos". Con esto quiso decir que los opuestos no pueden proceder de la misma fuente. Véase Mateo 7:16-18.

Un tema predominante en sus enseñanzas fue que el reino de los cielos está a nuestro alcance. Ilustró esto demostrando con la curación, que la armonía existe precisamente donde la enfermedad y otras discordancias parecen prevalecer. Obviamente Jesús no creía en la coexistencia de la armonía y la discordancia.

No obstante, parece que rechazamos esto cuando pensamos: "Es irracional esperar sólo el bien en toda situación. ¿Acaso no es más realista esperar que el bien finalmente tendrá el mismo peso y proporción que el mal?" El testimonio de los sentidos físicos apoya este punto de vista. Pero ¿cuál es el origen de ese pensamiento? Procede de lo que San Pablo llamó la mente carnal, de la cual dijo es "enemistad contra Dios". Rom. 8:7. La enemistad de esta así llamada mente, niega la bondad absoluta de Dios y el hecho de que el bien es la única realidad. El mal pretende afirmar que también es creado por Dios y que, por lo tanto, es tan válido como el bien. En el tercer capítulo alegórico del Génesis, la mente carnal o serpiente, sutilmente argumenta que los dioses conocen tanto el bien como el mal. Se dice que el bien y el mal crecen en el mismo árbol, y la serpiente afirma que comer el fruto de ese árbol, nos hará sabios como dioses.

Es muy importante que estemos alerta a estos argumentos de la mente carnal.

Si no los enfrentamos correctamente, comprendiendo que son engañosos, estaremos consintiendo a toda clase de compromisos con el mal. La falta de salud podría comenzar a parecer normal. La confusión y el desorden podrían parecer tan normales como la paz.

Una tarde plena de sol, salí de mi oficina para disfrutar de una breve caminata por el enorme estacionamiento que hay frente al edificio. No había caminado mucho, cuando me pareció como si algo en el pie se hubiera salido de su lugar y de pronto me resultó muy doloroso caminar. Me las ingenié para saltar apoyándome en el otro pie y me fui a un lugar donde no llamara la atención, para orar. De inmediato pensé en un pasaje de la Biblia que había estado estudiando poco antes de salir de la oficina. Es de 1 Corintios y dice así: "Cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará". 1 Cor. 13:10. Reflexioné en particular sobre la palabra perfecto, y encontré que significa completo, íntegro.

El dolor me sugería que el pie no estaba totalmente sano. Parecía que había una imperfección en medio de la perfección. Pero mi sentido espiritual me decía algo completamente diferente. Y me dije: "No puedo tener una parte del pie que no esté bien, porque las cualidades de Dios de totalidad, plenitud y salud son completas, nunca parciales". Percibí que Dios había establecido la totalidad del bien, de la salud y de la perfección. La totalidad de esas cualidades excluían la posibilidad de que algo se pudiera manifestar parcialmente, porque lo parcial es una negación de la totalidad y sugiere la coexistencia de opuestos. Las palabras en parte y parcial no podían emplearse para describir el estado verdadero de mi pie.

A medida que estas ideas llenaban mi pensamiento, noté que podía caminar sin dolor. Aunque la dificultad no se podía considerar alarmante, tengo la certeza de que la rápida desaparición del dolor fue resultado de las verdades que afloraron a mi pensamiento. Me sentí agradecido porque pude regresar a la oficina y caminar sin ningún dolor ni cojear.

Lo que es lógica divina para Dios es ley para el hombre

Cuando la realidad de la totalidad de Dios se comprende mejor, toda pretensión de que algo pueda ser bueno en parte, sano en parte, armonioso en parte (nunca totalmente), cede a la verdad y desaparece. Excluye la posibilidad de aceptar lo contrario o desemejante a Dios. "Entonces lo que es en parte se acabará", nos promete Pablo. Aceptar el significado completo de la totalidad y unicidad de Dios, es ser realista y no ingenuo. El libro de Isaías afirma con respecto a Dios: "Yo soy Dios, y no hay más". Isa. 45:22. La totalidad de Dios y su naturaleza única, aseguran la totalidad y unicidad del bien, de la armonía y la paz. A medida que dejemos atrás la resistencia de la mente humana a estas conclusiones, se nos hará más fácil comprenderlas y demostrarlas.

Al referirse a Cristo Jesús, Mary Baker Eddy explica en el libro de texto de la Christian Science: "El 'varón de dolores' comprendió mejor que nadie la nada de la vida e inteligencia materiales y la poderosa realidad de Dios, el bien, que incluye todo. Esos fueron los dos puntos cardinales de la curación por la Mente, o Ciencia Cristiana, que le armaron de Amor".Ciencia y Salud, pág. 52. A medida que comprendamos mejor la totalidad de Dios, el bien, y la nada de la materia y el mal, también nosotros estaremos armados con Amor para demostrar estas verdades. Percibiremos que la mezcla de opuestos, el Espíritu y la materia, el bien y el mal, es una imposibilidad científica. A veces puede parecer que la mente carnal nos está sugiriendo con mucha fuerza que es normal que los opuestos vayan juntos, y que la realidad es en verdad una mezcla de opuestos. Pero debemos recordar que es la serpiente, el mal, y jamás Dios, quien insinúa esa pretensión. Dios ha establecido e impone Su absoluta totalidad. Lo que esto significa para la humanidad se revelará infinitamente. Las pruebas de la totalidad de las cualidades de Dios, tales como bondad, armonía, paz y perfección, se multiplicarán hasta que la mente carnal dé lugar completamente a la lógica divina y a la realidad eterna de la existencia.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / mayo de 1999

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.