Es con profunda gratitud que comparto este testimonio, para que los lectores sepan que hasta una persona nueva en la Christian Science puede experimentar su notable efecto sanador.
En 1994 comencé a tener desacuerdos con el director de mi instituto y como resultado de ello caí en un estado de angustia y confusión mental. Poco tiempo después me diagnosticaron presión arterial alta. En enero de 1995, un amigo me habló de la Christian Science y empecé a concurrir a los servicios de la iglesia. Para mi gran sorpresa, en muy poco tiempo el estudio de esta religión práctica me abrió un mundo nuevo. Me tomé su estudio muy en serio y comencé a leer la lección bíblica en forma regular.
En mi interior creció la convicción de que no necesitaba ningún método material para la curación. Debido a que empecé a confiar únicamente en la Christian Science, pedí ayuda a una practicista, quien tuvo mucho gusto en orar por mí y me ayudó a comprender que mi verdadera identidad como la idea de Dios, es puramente espiritual y no depende de elementos materiales para conservar la salud, tales como sangre y huesos. Comencé a ver que la integridad del pensamiento constituye la verdadera salud. También oré específicamente con estas líneas de Ciencia y Salud: "La Ciencia Cristiana trae al cuerpo la luz solar de la Verdad, que vigoriza y purifica. La Ciencia Cristiana obra como un alterante, neutralizando el error con la Verdad. Cambia las secreciones, expulsa humores, disuelve tumores, relaja músculos rígidos y restaura la salud a huesos cariados. El efecto de esa Ciencia es incitar a la mente humana a un cambio de base, sobre la cual pueda dar lugar a la armonía de la Mente divina" (pág 162).
En poco tiempo sané de la presión arterial y mi relación con mi superior también mejoró notablemente. Una de las lecciones importantes que aprendí fue que el verdadero gozo se encuentra en compartir el amor y no en esperar recibirlo.
Luego de esto, en setiembre de 1995, mi madre falleció de improviso. Tan sólo tres meses después, el fallecimiento de mi único hermano (un adulto joven), nos dejó a mi familia y a mí atónitos. Recurrimos a Dios en esta hora de crisis y con la oración de un practicista, pudimos superar el pesar. Además, a medida que oraba noche y día para comprender la Vida eterna, partiendo de lo que estaba leyendo en la Biblia y Ciencia y Salud, pude ver que la muerte no es la realidad de la vida, sino una fase de la creencia mortal. Pude sentir que la presencia del Amor divino nos abrazaba a mí y a toda mi familia.
La Escuela Dominical ha ayudado a mis hijos a conocer y a sentir las bondadosas leyes del Amor. Mi familia ha experimentado el toque del Cristo. Desde que nos unimos a la familia universal de Científicos Cristianos, ninguno de los miembros de mi familia ha tenido que recurrir a ninguna clase de ayuda médica. No tengo palabras para expresar lo agradecidos que estamos por la Christian Science.
Chandigarh, U.T., India
