Cuando Tenía Veinte Años tuve que hacer el servicio militar en el Ejército Soviético. No parecía ser un buen lugar para mi desarrollo, especialmente debido a los difíciles conflictos que era muy probable que surgieran entre el orden militar y mi conciencia.
Por suerte yo entrenaba para jugar deportes y esto me ayudó a soportar las grandes exigencias físicas de mi nueva vida. En poco tiempo era uno de los mejores soldados.
Tenía conmigo un pequeño anotador de bolsillo con notas de la Biblia, de Ciencia y Salud y del Heraldo con mis comentarios. Leía estas notas a escondidas lo cual me daba fortaleza espiritual. En aquella época la religión se miraba con desdén, burla y represión. Pero yo confiaba de todo corazón en que Dios me defendería y guiaría.
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