Estoy en noveno grado. Cuando terminé octavo grado quise hacer una pasantía en el sector de finanzas o comercio. Para eso tenía que ir a Zurich o Winterthur. Como sabía que Dios tiene un lugar para cada uno, comencé a pensar en lo que quería hacer realmente. También consulté con un asesor de empleo. Y lo más importante: confié todo a Dios.
Las posibilidades eran trabajar en un banco o en una compañía de seguros. Al principio, presenté mi solicitud sólo en los bancos. Luego escribí a algunas compañías de seguros. Por supuesto que también oré y leí la Biblia. A veces estudiaba los Salmos 91 y 23.
Cuando me preparé para mi entrevista, pensé en lo que me podían preguntar. Y oré para estar tranquilo, para pensar en lo que debía decir. Yo lo hice con mucha confianza. Estoy seguro de que por eso fue que conseguí el trabajo.
La compañía en la que terminé trabajando había recibido cerca de 360 solicitudes, y había solo 30 vacantes. No pensé que los otros 359 solicitantes eran rivales que tenía que sacar del camino. Tampoco pensé: “Espero que me elijan a mí y los demás no me importan”. No obstante, tuve la sensación de que me darían el puesto.
Decidí trabajar en el sector comercial, en el que sigo disfrutando hasta el día de hoy. Y le agradezco a Dios todo esto. Llegué a la conclusión de que mis oraciones dieron resultado.
Todos los días, preferentemente de noche, oro por mí y por el mundo. A veces leo también algo de la Biblia. Pienso que orar consiste en dar gracias a Dios. Cuando realmente me pongo a orar, no acostumbro a distraerme con lo que está a mi alrededor, porque estoy pensando en las cosas por las que oro. Sólo la oración ocupa mi pensamiento en ese instante.: )
