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El Amor sanó mi rebeldía

Del número de noviembre de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En busca de lo que pensaba sería una mayor libertad, siendo aún adolescente, cuestionó sus creencias religiosas. Dejó la escuela secundaria, se fue de la casa, y trató de vivir por su cuenta, poniendo a dura prueba la relación con su familia. Les pedimos a ella y a su madre que compartieran con nosotros sus puntos de vista sobre esta experiencia.

Katie: Soy el tipo de persona que desafía la autoridad. Mucha gente así ha cambiado el mundo, pero otros también han hecho cosas absurdas. Cuando tenía unos 16 años, sentí la necesidad de tener más independencia, pero no pensé muy bien en cuál era la manera más apropiada de hacerlo.

Cuando tenía 17 años, había puesto tanta presión sobre mi familia, que sentí que debía irme de casa. Acostumbraba permanecer fuera hasta muy tarde, y a veces no regresaba a dormir. Hice amistad con lo peor y más sucio que encontré. Cuando estaba por terminar el anteúltimo año de secundaria superior, había faltado a clase casi la mitad del último semestre. Bebía, fumaba cigarrillos, fumaba marihuana, y también consumía cocaína y drogas alucinógenas.

En el Estado de Missouri una persona es considerada emancipada a los 17. Sinceramente, lo que yo quería era alejarme de mi familia y decidir qué hacer con mi vida. Pero cuando tienes padres que te quieren, y una familia con la que tienes una estrecha relación, no puedes decir: “Bueno, me voy a probar una pila de cosas, y si funcionan vuelvo”.

: Nunca sentí nada más que amor por Katie. Yo sabía quién era ella verdaderamente: una hija querida y amorosa.

Pero también tenía mucho miedo por lo que le podría pasar; miedo de que sus decisiones dañaran para siempre su vida o que incluso la mataran. Nosotros sabíamos que tomaba drogas. Y a esa altura tenía relaciones sexuales sin tomar ninguna precaución. Yo tenía miedo de que contrajera alguna enfermedad transmitida sexualmente o quedara embarazada.

También sentía que había fallado como madre. Que si yo hubiera hecho las cosas de otra forma, si hubiera sido más estricta con la disciplina o le hubiera impuesto menos disciplina, todo esto se podría haber evitado. Recuerdo que a veces casi sin querer decía: “Tengo el corazón destrozado, lo tengo destrozado”. Todo lo que esperaba de esta hija y todo lo que le deseaba estaba yendo a parar a la basura, y yo tenía miedo de que no hubiera forma de resolver la situación.

Cuando tenía 17 años, había puesto tanta presión sobre mi familia, que sentí que debía irme de casa

KATIE: Cuando tenía casi 18 años quedé embarazada. Había dejado la escuela, y había tocado fondo. Había logrado liberarme de la adicción a la cocaína y a los alucinógenos, sin ningún tipo de rehabilitación. Pero emocionalmente estaba hecha un desastre, y financieramente no tenía nada.

Estaba por mudarme a Vermont, porque mis padres básicamente me habían dicho: “Has alterado nuestra vida y ya no podemos hablar contigo normalmente. Siempre te querremos y te ayudaremos en todo lo que podamos. Pero estás arruinando las posibilidades de progreso de tus hermanas”. Entonces pensé: “Bueno, ahora sí que la hiciste buena”. Esa misma noche descubrí que estaba embarazada. Fui a la casa de mamá, y ella se dio cuenta enseguida de que yo había tocado fondo. Yo sabía que sólo me quedaba recurrir a Dios en ese momento.

SUSAN: Tal vez alguien piense que abracé a mi hija y le dije simplemente: “Todo va a salir bien”. Pero yo me mantuve callada. No lloré ni hice una escena, sino que estaba pensando en el impacto que esto tendría en la familia. Katie nos estaba pidiendo regresar a casa, y nosotros estábamos dispuestos a que lo hiciera. Nos alegraba saber que estaba pensando y orando para encontrar dirección.

Sus dos hermanas la quieren mucho, y estaban contentas de que regresara a casa. Se habían sentido muy heridas cuando se fue. Pero ellas tenían que esforzarse para seguirla apoyando. Una de sus hermanas fue como el hijo mayor en la historia del hijo pródigo en la Biblia (véase Lucas 15). Ella había hecho todo lo correcto. Y ahora estábamos dándole la bienvenida a Katie, brindándole especial amor y apoyo.

KATIE: Pienso que una de las cosas contra la que me rebelaba, como tantos de mis amigos, era la religión en que nos habían criado. Aunque había tenido muchos ejemplos en mi vida de lo práctica que es la Christian Science, yo quería vivir sin ella y hacer lo que yo quisiera. Me resistía a ir a la iglesia y no quería tener nada que ver con esta religión. Sentía como que me la estaban haciendo digerir con un embudo. Era como si fuera una tierra de fantasía, donde todo el mundo ora todo el tiempo. En ese momento de mi vida, yo no apreciaba el hecho de que Jesús era radical y que Mary Baker Eddy era una radical rebelde.

SUSAN: A veces Katie se rebelaba contra la manera en que algunas personas practicaban su religión... como si fuera tan solo para vivir cómodamente. Recuerdo que en una ocasión le dije: “Si hubieras aprendido a nadar en un country club, y luego decidieras que no te gusta el ambiente del country club, eso no quiere decir que la natación no sirve para nada. Porque tú seguirás sabiendo cómo nadar. Del mismo modo, no tienes por qué rechazar lo que has aprendido sobre Dios simplemente porque no te gusta ir la iglesia”.

KATIE: Creo que por un período de dos años le dije a la gente que yo no creía en Dios. Pero cuando estaba en onceavo grado, mi tía me dijo: “¿Sabes?, no necesitas aceptar el concepto convencional que se tiene de Dios”. La palabra ”Dios” está bastante usada. Mi tía me dijo: “Recuerda que Dios es Verdad y Amor universal”. Y a mí me gustó mucho eso. Me sentía insegura de lo que la palabra Dios significaba para mí, personalmente. Pero percibía con mucha claridad que Dios era la Verdad y el Amor universales. Fue entonces cuando sentí que la gente se comunicaba mejor y con honestidad, y mostraba mucho afecto entre sí. El Amor es demasiado grande para ser algo personal. Cuando alguien es bondadoso o compasivo, manifiesta un amor elevado que está relacionado con Dios.

Hay una cita de Ciencia y Salud que me gusta, dice así: “Las dolorosas experiencias que resultan de la creencia en la supuesta vida de la materia, así como nuestros desengaños e incesantes angustias, hacen que vayamos, cual niños cansados, a los brazos del Amor divino. Entonces empezamos a conocer la Vida en la Ciencia divina”.Ciencia y Salud, pág. 322. Así me sentía yo la noche que descubrí que estaba embarazada. Y aunque parece como que la vida material ofrece muchas soluciones, yo sé, por experiencia propia —hace dos años que soy madre soltera— que allí no encuentras ningún consuelo.

Creo que es importante destacar que la persona con quien tuve más contacto durante todo esto, fue mi madre. Ella se dirigía directamente a Dios, y decía: “Muy bien esto no tiene ningún sentido, y tengo miedo”. Yo veía que ella no estaba nada tranquila, pero de todas formas seguía confiando en Dios.

SUSAN: Cuando Katie regresó a casa, tuvimos que resolver muchas cosas: si se quedaba o no con el bebé; cómo terminaría la escuela secundaria superior; si se casaba o no con el padre del niño; cómo ganarse la vida; dónde viviría. Situaciones muy duras que resolver.

KATIE: Ni bien me di cuenta de que estaba embarazada, sentí que no me podía hacer un aborto ni dar el niño en adopción. Cada vez que pensaba en darlo en adopción, decía: “Aquí tengo que elegir entre aceptar mi responsabilidad o dejar que el niño se dé cuenta de que yo no estaba lista para aceptarlo”.

Pero fue muy difícil tomar la decisión de quedarme con el niño, porque su papá brillaba por su ausencia. Cuando yo estaba embarazada, él seguía teniendo muchos problemas debido a la cocaína y a la venta de drogas. Para mí fue toda una curación aprender a estar sola y confiar en que Dios me podía sostener. Y Dios me lo ha demostrado de varias maneras. Ahora tengo muchos amigos que nos quieren a Collin y a mí. Mis padres tienen un lugar en nuestra vida también.

Él fue una bendición que impulsó a que Katie se elevara espiritualmente

SUSAN: Siempre sentí que Collin era como un regalo de Dios para nosotros. Fue en cierto sentido, como una intervención divina. Fue una bendición que impulsó a que Katie se elevara. Y ella aceptó escuchar esa intervención angelical, que se presentó en forma de un niño pequeño que llegaba a su vida. Él la ayudó de una manera que nosotros nunca podríamos haber imaginado. Lo que le trajo a ella y a todos nosotros fue una bendición.

KATIE: Este niño es como un rayo de sol en nuestra vida. Con su inocencia nos ha demostrado lo inocentes que somos todos.

Hay una frase en frase en Ciencia y Salud que dice que “el Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”. lbid., pág. 494. Eso estaba escrito en una de las paredes de la iglesia, y yo acostumbraba a contar las letras. Nunca pensé mucho en su significado, pero sí creía que el amor aparecería de repente, justo en el momento en que estuviera por quedarme sin comida, o alguien me estuviera por matar, y que detendría todo antes de que las cosas pasaran a mayores. Con el tiempo llegué a percibir que el amor de Dios no era una cosa que viene a ayudarte en un momento de angustia, sino una acción que al llevarla a cabo te salva. Sané en todo sentido por la acción de amar y de ser amada.

En agosto del año pasado, fui con toda la familia a un campamento. Hacía diez años que no iba. Me había mantenido alejada porque pensaba que eso no era para mí. Lo sorprendente es que cuando no lo tenía cerca a Collin yo seguía fumando marihuana los fines de semana. Todavía tomaba ocasionalmente un vaso de vino cuando estaba con mi novio. Y fumaba cigarrillos. Pero había reducido de tal forma la cantidad de cigarrillos que fumaba, que prácticamente no era un hábito.

Cuando fuimos al campamento, pensé: “Voy a salir todas las noches, voy a ser un poco rebelde, y voy a hacer lo que yo quiero”. La cuestión es que nadie me preguntó qué hacía yo allí ni por qué tuve este niño. Todos me quisieron mucho y lo único que pude sentir fue amor. Eso era demasiado grande como para ser tan solo el amor de ellos. Era el amor de Dios. Eso me trajo un gran sentido de satisfacción. Y simplemente dejé de fumar y de beber alcohol. No tenía ningunas ganas de hacerlo. Fue algo que me sorprendió mucho.

Allí comprendí que todo aquél que consume drogas o experimenta con un estilo de vida donde la rebelión es una especie de respuesta, debe saber que eso nunca satisface verdaderamente como lo hace el amor. La respuesta está en amar a cada persona que ves. Es comprender que todos podemos ser mucho más amables unos con otros, y que lo podemos sentir porque ésa es la presencia de Dios. Y no es algo difícil de hacer.

Desde entonces, he cambiado mucho. Ni siquiera tuve la necesidad de esforzarme para dejar esas adicciones. Simplemente las dejé. Tengo muchos amigos que siguen viviendo de una manera desenfrenada, y que se sienten faltos de seguridad. Y puedo decirles que en el momento en que se llenen de amor, todo eso va a desaparecer. No es siquiera un proceso por el cual tienen que pasar. Se produce en el momento mismo en que recurrimos al Amor.

No hay nada de malo en cuestionar tus creencias. Para mí fue muy importante cuestionar mi creencia en Dios. El Amor es sólido y no te va a fallar. No aceptes a Dios simplemente porque alguien te dice que lo hagas. Eso no soluciona nada. Tienes que tener tu propia relación con Dios. Cuando alguien me dice: “En este momento no estoy segura si creo en Dios”, yo le contesto: “Muy bien. ¿Por qué no? ¿En qué piensas? ¿Cuáles son tus dudas? Encontremos juntos una solución”. Pienso que muchos jóvenes tienen un poco de temor de hacerse estas preguntas. Creo que es muy natural querer ver pruebas.

La verdad está allí. La Christian Science está allí. No va a desmoronarse cuando la desafíes. El hecho de que estoy viva es una prueba del cuidado de Dios.: )

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