Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Eliminemos la predisposición a estar enfermos

Del número de enero de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Por Lo General se cree y se tiene quizás la convicción, de que todos corremos el riesgo de que nos suceda algo malo. Se dice que son los "males necesarios" de la vida, y esto muchas veces nos hace sentir impotentes. Pero yo he aprendido que el mal, cualquiera sea su forma, nunca es necesario.

Durante quince años, tuve síntomas de gripe cada invierno. En lugar de confiar en las vacunas contra la gripe que se recomiendan para prevenir esta enfermedad, yo adopté una clase distinta de medicina y finalmente eliminé la predisposición a enfermar. Hoy puedo decir con toda humildad (porque no soy yo la que lo hace posible), que no me he enfermado de gripe en los últimos diez años. Mi medicina es Dios, la Mente divina.

Cada vez que aparecían los síntomas de gripe, yo oraba y siempre me aliviaba, pero no me daba cuenta de que podía sanar de la predisposición a enfermar. Y así enfrentaba la misma situación año tras año. Esta declaración de Ciencia y Salud explica lo que ocurría: "Creemos que hemos sanado cuando desaparece un malestar, aunque exista la posibilidad de que reaparezca; pero nunca sanamos por completo mientras no se elimine la predisposición a enfermar". Ciencia y Salud, pág. 230.

En una ocasión, comencé a tener dolores de pecho y debilidad, y me di cuenta de que no tenía por qué soportar esos ataques anuales de gripe. Durante esa experiencia aprendí a recurrir a Dios, "El que sana todas tus dolencias". Salmo 103:3. Comprendí mejor mi identidad, como la imagen de Dios, especialmente que existo como la expresión espiritual de Dios y que nada me puede separar de la Vida divina. Entendí que el Espíritu es lo único que realmente existe, y podemos rechazar todo lo que es desemejante a Dios porque carece de poder y de realidad; es tan sólo una ilusión, una mentira. Superé el dolor y la debilidad, y me di cuenta de que nadie está propenso a enfermedad alguna. El hijo de Dios es, y puede tener, sólo lo que Dios conoce. Dios es el origen de nuestro ser. Dios es Espíritu, no un ser material, y por lo tanto cada uno de nosotros es espiritual, no material.

Ahora voy bajo el agua y sobre las nubes sin temor

El invierno siguiente, una tarde estaba en mi dormitorio cuando sentí los síntomas de una gripe. Comenzaba a resignarme, cuando me vino al pensamiento la frase "¡Levántate en rebelión!" Esto es parte de otra cita de Ciencia y Salud: "En lugar de una ciega y dócil sumisión a los estados incipientes o avanzados de enfermedad, levantaos en rebelión contra ellos. Exterminad la creencia de que podáis experimentar un solo dolor intruso que no pueda ser eliminado por el poder de la Mente, y de esa manera podéis evitar el desarrollo del dolor en el cuerpo".3

Ese fue el fin de los síntomas. La enfermedad no se manifestó y no ha vuelto desde entonces, y tampoco tengo temor de que vuelva.

Cuando descubrí la cita de Ciencia y Salud referente a eliminar la predisposición a estar enfermo, fue una época en que me estaba quedando sorda de un oído. Si había mucho ruido, o mi "oído sano" no estaba del lado del que hablaba, no podía entender casi nada. Me sentía muy desalentada por esto y oraba para sanarme. Hacía varios años que tenía este problema. Oraba y me aliviaba, y estaba agradecida por lo que comprendía espiritualmente. Pero cuando leí esa cita en Ciencia y Salud, me di cuenta de que si quería sanarme permanentemente, debía eliminar la creencia de que estaba propensa a quedarme sorda.

Necesitaba entender que ninguna dolencia podía impedirme oír. Como nos dice la Biblia: "El oído que oye, y el ojo que ve, ambas cosas igualmente ha hecho Jehová".4

Si Dios hizo el oído que oye, ¿qué poder podría impedirle que oiga? Oré una vez más, y entendí que mi capacidad de oír es un don espiritual que Dios me ha dado, y no puede ser afectado por ninguna condición de la materia. Muy pronto, el temor se desvaneció y la sordera desapareció.

Esto ocurrió hace cinco años. Hay que estar alerta para no perder de vista lo que es, y siempre será, verdad, y es con profunda gratitud y regocijo que ahora, sin temor, bajo el agua o sobre las nubes, he sanado de la propensión a quedar sorda y a que se me tapen los oídos.

Cuando nos damos cuenta de que somos ideas de Dios, y que estamos siempre a salvo porque Su amor nos cuida, desaparece el temor a no poder demostrar este hecho. Si Dios no fracasa, ¿cómo puede fracasar Su imagen? Esto no significa que las cosas siempre van a salir como nosotros queremos. Pero cuando estamos dispuestos a confiar en Dios y rechazar la creencia equivocada de que somos propensos al fracaso, siempre ocurre algo bueno, siempre se manifiesta la verdad acerca de la creación de Dios. El éxito no depende de las circunstancias, sino de que permitamos que el amor de Dios gobierne toda situación, y éste es un poder supremo que está siempre a nuestro alcance.

En una ocasión, tuve que aprender lo que parecía ser una interminable lista de nombres de zoología para rendir un examen final. Siempre había creído que me era imposible recordar ese tipo de información. Mi temor fue en aumento. Entonces decidí tomarme un descanso, y fui a cantar himnos con un grupo de gente.

Uno de los himnos que cantamos fue el No 421 del Himnario de la Ciencia Cristiana, cuya segunda estrofa dice: "Mente infinita, muéstranos aquí/ la imagen pura de Tu perfección:/ éste es el hombre de Tu creación". El temor desapareció mientras cantaba, alabando a Dios. Sentí un amor tan grande a Dios, y percibí de tal manera Su amor por mí, que supe con absoluta certeza que Dios no podía crear a Sus hijos para que fueran propensos al fracaso. Por la mañana di el examen y las respuestas me vinieron al pensamiento sin ningún esfuerzo. Me saqué una calificación alta. Al magnificar en mi conciencia la bondad de Dios y Su cuidado amoroso y omnipotente, había eliminado mi predisposición a fracasar.

Dios es todo el bien y sólo tiene el bien para darnos. Cuando te sientas tentado a pensar que el mal está presente o es poderoso, rebélate. Desecha la creencia de que puedas estar separado por un momento del cuidado de Dios, y elimina así la propensión a estar enfermo, a fracasar o sufrir, cualquiera sea la causa. !Dios te ama! Te creó espiritualmente, a Su imagen, y Dios lo creó todo bueno.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 2001

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.