Las Propagandas de televisión plantean la pregunta: "¿Se siente usted agotado? ¿Harto de ser el mismo de siempre? ¿Por qué no prueba...?" Podríamos completar esa frase con una increíble variedad de productos, desde un nuevo color de cabello, enjuague bucal y suplemento dietético, hasta un cereal para el desayuno, etc. Todas estas declaraciones que insisten en mejorar nuestro "yo", parten de la base de que nos falta algo esencial. ¿Piensa usted que eso es verdad? ¿No sería mejor pensar que uno ya es completo y sano?
¿Completo? ¿Sano? ¿Quién? ¿Yo?
¿Completo? ¿Sano? ¿Quién? ¿Yo? ¡Por supuesto que sí! Como hijos de Dios todos lo somos. A nadie le puede faltar cualidad divina alguna. Suena muy radical, ¿no es así? Pero la Biblia tiene muchas declaraciones "radicales" sobre nuestra perfección espiritual como linaje de Dios. Desde la creación del hombre a imagen de Dios en el Génesis, Véase Génesis 1:26–28. a la declaración de nuestro estado permanente como hijos e hijas de Dios en los escritos del Nuevo Testamento, la Biblia habla continuamente de nuestra bondad y de nuestro dominio. Ésa es nuestra única naturaleza verdadera, porque somos creados a semejanza de nuestro Hacedor.
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