Era Navidad. La noche estaba clara y el aire frío. Al mirar por la ventana para disfrutar de las tradicionales luces que adornaban las casas del vecindario, vi el aterrador resplandor de las llamas en la sala de la casa de enfrente. Mi esposo llamó al número de emergencias, en tanto que yo salí afuera para ver si había alguien en aquella casa.
Al llegar a la mitad de la calle, miré a través de la ventana de la sala y vi un resplandor, pero era el de las llamas que salían de los troncos que ardían en el hogar. También vi que mis vecinos estaban sentados tranquilamente a la mesa, disfrutando de la cena navideña. ¡Qué alivio sentí! Me reí para mis adentros, mientras le hacía señas a mi esposo para que colgara el teléfono.
Lo que había cambiado era, obviamente, mi perspectiva. Al acercarme a la casa de mi vecino, vi todo desde una perspectiva diferente, y con esa perspectiva correcta vino el alivio deseado. Esto es, en cierto sentido, lo que hace la Ciencia del Cristo.
La Christian Science le da a la humanidad la perspectiva espiritual que trae el alivio esperado. Desde esta perspectiva, el temor al mal, en cualquiera de sus formas, desaparece y surge el curso de acción correcto. Quizás nos encontremos analizando el pensamiento humano, preguntándonos si ésta o aquella opción es la correcta, o tratando simplemente de tener un punto de vista positivo. Pero la Christian Science nos lleva más allá y conduce nuestro pensamiento hacia una base espiritual, inspirada por el Espíritu.
En su libro Ciencia y Salud, Mary Baker Eddy explica la unidad eterna e inquebrantable que existe entre el Espíritu, Dios, y Su creación, cuando escribe: "El hombre es la expresión del Alma ...Separado del hombre, el cual expresa al Alma, el Espíritu no tendría entidad; el hombre, divorciado del Espíritu, perdería su entidad. Pero no hay, no puede haber, tal separación, porque el hombre coexiste con Dios".Ciencia y Salud, pág. 477.
¿Es práctica esta perspectiva? Pude contestar esta pregunta una fría y húmeda mañana de invierno. Salí a buscar el diario cuando, al pisar el primer escalón del porche de mi casa, resbalé por los escalones como por un tobogán de hielo, y no paré hasta llegar abajo. Mi primera reacción fue de pedir ayuda. Pero una frase de Ciencia y Salud me detuvo: "Los accidentes son desconocidos para Dios..." Ibid, pág. 424. La frase entera dice: "Los accidentes son desconocidos para Dios, o Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el concepto correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía".
Vi el aterrador resplandor de las llamas
Me senté en el suelo luchando para no quejarme y llorar. Pero sabía que la idea que me acababa de venir era la correcta. A través de los años había leído historias de muchas personas que se habían levantado ilesas de una caída, al aceptar la verdad espiritual. Dios es la ley y la inteligencia universales, y gobierna a Su creación en perfecto orden. Un accidente es un concepto imposible para Dios. Como la expresión misma del Espíritu, yo no podía estar divorciada del Espíritu, ni "resbalarme" por mí misma. Tampoco podía cometer un error ni dar un paso en falso, porque cada expresión de Dios necesariamente coexiste con Él.
Al razonar desde esta perspectiva, me levanté con un poco de esfuerzo, pero fortalecida por mi oración. Recogí el diario, entré en la casa y terminé de hacer las valijas para comenzar un viaje que había planeado hacía mucho tiempo. No le dije nada a mi esposo acerca del "resbalón". Si los accidentes son desconocidos para Dios, son desconocidos para todos, y no tiene sentido hablar de algo desconocido. Para entonces me sentía bien.
Sin embargo, ya de viaje, empezó a dolerme la muñeca. El concepto espiritual, "los accidentes son desconocidos para Dios", y el punto de vista humano, "a veces ocurren accidentes", luchaban en mi pensamiento. Mientras trataba de encontrar una posición cómoda para la muñeca, tuve la siguiente lucha mental: "¿Y si me quebré algo?" "No, porque no puedo estar separada de Dios, que no conoce los accidentes. Los accidentes no son posibles para Él". "¿Qué pasa si no puedo escribir?" "No, porque nunca dejé de estar bajo el cuidado de Dios". "Me duele la muñeca. ¿Podré levantar a mi nuevo nieto?" (¡Éste era el propósito del viaje!) "¿Por qué no, si nunca me caí?" Etc., etc..
¿Estaba tratando de no ver lo que era evidente? No. Estaba orando. El Espíritu de Dios, o Cristo, la influencia divina que está presente en la conciencia, es algo activo, que impulsa y estimula el pensamiento humano, guiándolo hacia el punto de vista espiritual. El Cristo es el poder de la presencia de Dios. Es insistente. Es la verdad correctora que nos obliga a reconocer nuestra unidad con Dios. El Cristo trae consuelo, y yo me sentí consolada. Dejé de poner la muñeca en diferentes posiciones. Abandoné los sentimientos de preocupación y conmiseración propia. Por último, hasta dejé de lado los argumentos. Había llegado al punto de apoyar mi pensamiento en la perspectiva espiritual. Todo estaba bien. Cuando llegamos a destino, levanté a mi nieto con toda facilidad y con mucha alegría. Pude escribir sin ninguna dificultad y no tuve más problemas.
La Christian Science conduce al pensamiento hacia una base espiritual
Las situaciones humanas quizás parezcan alarmantes, pero cuando los falsos conceptos materiales ceden a los hechos espirituales, la preocupación, el temor y el dolor, desaparecen. El punto de vista espiritual es el punto de vista de Dios, el punto de vista seguro, el punto de vista sanador. En síntesis, es el único punto de vista.