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Entre gatos y peces, Dios sana a todos

Del número de enero de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Te Gustan los animalitos? A mí me encantan, especialmente los gatos y los peces. Y te cuento que hubo una época en que yo tenía un gato que se llamaba Cristóbal (en honor al memorable descubridor de América).

Resulta que a mi gato Cristóbal le gustaba defender su territorio, cosa muy normal entre gatos. Pero un día se peleó con otro gato y se cortó seriamente una pierna y no podía caminar.

Junto con mis padres le lavamos la herida. Mi papá de inmediato dijo que debíamos orar para que la patita de Cristóbal se curara. Yo quería cuidarlo y empecé a orar por el bienestar de mi gatito.

Les pedí permiso a mis padres para ponerlo sobre mi cama. Entonces comencé a leer de la Biblia y del libro de texto de la Christian Science, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Estos dos libros nos dicen que todo el universo, incluso todos los animalitos, están bajo la protección de Dios. Al poco rato, el gato dormía plácidamente y yo también me quedé dormido.

Cuando me desperté, después de varias horas, Cristóbal seguía dormido a mi lado. Entonces yo me levanté. Rato después el gatito vino hacia donde yo estaba, caminando como si nunca le hubiera pasado nada. Mis padres y yo continuamos orando unos días más hasta que vimos que el gato estaba recuperado totalmente y jugaba y corría como siempre.

En otra oportunidad salvé a un pececito de mi pecera. Yo estaba empezando a dedicarme al acuarismo (que es la cría y reproducción de peces en cautiverio). Teníamos un pez bagre bastante grande; el famoso "limpiafondo" para los entendidos en la materia. Fue el primer pez que compramos y a toda la familia le gustaba mucho.

Resulta que un día, el animalito se veía muy enfermo. Yo no sabía realmente qué hacer. Entonces consulté con otros acuaristas, quienes me dijeron que la única solución era dejarlo morir. Pero la verdad es que no podía dejarlo morir así nomás. Entonces me puse a orar por él. Yo sabía que Dios lo había hecho perfecto. Le hablé sobre el amor que tiene Dios por todas Sus criaturas. Le canté himnos, y estuve un buen rato acariciándolo, cosa muy poco común en este tipo de animal. (¿Te imaginas lo difícil que es agarrarlos?) El animalito se recuperó muy bien, y sigue nadando en nuestra muy querida pecera.

Como ves, no es tan difícil cuidar a los animales con la oración. No necesitamos decir cosas complicadas, sino simplemente reconocer que todos fuimos creados por Dios y que Su amor nos rodea a todos. La creación de Dios es buena y espiritual. Cuando comprendemos esto, podemos apreciar las pequeñas criaturas que nos rodean, y itambién las podemos sanar!

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