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No tienes por qué comprar eso

Del número de enero de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Has Recibido alguna vez una de esas Ilamadas para venderte algo, justo a la ¿hora de la cena? Aun cuando un producto o servicio pueda ser bueno, es importante ser un consumidor precabido y escuchar con cuidado antes de aceptar cualquier oferta.

¿Pero qué ocurre con las cosas que nos dicen nuestros compañeros de trabajo y amigos, e incluso con lo que escuchamos en las noticias? ¿Acaso estamos aceptando alguna actitud o temor, alguna "compra mental", que nos puede arruinar la vida o atentar contra nuestro bienestar? El ser un consumidor precabido y alerta en el reino mental es mucho más importante de lo que crees. La fundadora de esta revista escribe: "Vuestras decisiones os dominarán, sea cual fuere el rumbo que tomaren".Ciencia y Salud, pág. 392.

¿Qué pasaría si una de esas personas que llaman a la hora de la cena te dijera: "Me gustaría ofrecerte algo que te va a hacer muy infeliz, que no va a funcionar, y que va a perjudicar tu bienestar"? No hay duda de que no comprarías un producto así. Entonces ¿por qué habremos de aceptar pensamientos que producirían el mismo efecto?

Hace poco, tuve la oportunidad de decir un enfático "no", cuando fui tentada a aceptar y comprar el temor y la realidad de la enfermedad. Una noche me desperté sintiéndome muy enferma y muy atemorizada por los síntomas que tenía. Pero yo sabía que la Biblia presenta al hombre la identidad espiritual de cada uno de nosotros, como hecho a imagen y semejanza de Dios. Véase Génesis 1:26. Tuve la certeza de que la semejanza de Dios no podía estar enferma ni con malestar. Yo sabía que esa "venta" de temor y sufrimiento no provenía de Dios, la única causa y creador, y que, por lo tanto, no era algo legítimo que yo tuviera que soportar.

Estaba acostada en la cama orando de ese modo, cuando me vino un pensamiento que fue tan claro y vehemente, como si alguien lo hubiera dicho en voz alta en la habitación: "!Tú estás sana!" Dios había hablado.

Ésa era una idea que yo sí podía comprar sin dudar. Podía comprar las cualidades de estar sana, completa y libre de defecto alguno, y de hecho las compré al contemplar mi identidad como hija perfecta y espiritual de Dios.

El discernir mi verdadera identidad me ayudó a comprender y demostrar más mi naturaleza espiritual, en lugar de comprar los temores y enfermedades de la mortalidad. Entonces sané de la enfermedad.

Un consumidor inteligente rechaza toda venta que no lo beneficia. Un consumidor inteligente también es reacio a hacer tratos con todo aquel que trata de engañarlo. Mi curación esa noche fue el resultado de rechazar la evidencia de los sentidos físicos, de negarme a hacer negocios con la mentira de que el hombre es tan sólo carne y huesos, y está sujeto a la enfermedad. El hijo de Dios no es nada de eso.

No permitas que te engañen y te hagan perder lo que mereces por ser hijo de Dios.

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