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No Soy MEJOR QUE LOS DEMÁS

Del número de septiembre de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace algunos años, cuando vivía en Angola, acompañé a mi padre a visitar a alguien cerca del puerto en Luanda. Quedé muy impresionado al ver tanta pobreza. Y recordé cuántos autos lujosos había visto circulando por la ciudad. El contraste entre ambos lugares era perturbador. Cuando se lo comenté a mis amigos de la escuela me dijeron que debía acostumbrarme a eso. “Así son las cosas”, me dijeron. “Siempre va a haber gente pobre y gente muy rica. No hay nada que puedas hacer”.

Pero yo no podía estar de acuerdo con eso. Sabía que todos somos hijos de Dios y que Dios no tiene favoritos. Él quiere a todos Sus hijos la misma forma. Por eso, no pude aceptar el razonamiento de mis amigos, aunque las apariencias parecían confirmar que estaban en lo cierto. No obstante, nosotros podemos ayudar a que las cosas cambien cambiando nuestra propia manera de pensar. Después de todo el pensamiento de la sociedad es la suma de todos los pensamientos individuales.

Entonces noté que la mayoría de la gente trata a hombres y mujeres acuerdo con las diferencias que hay entre ellos, en lugar de ver sus semejanzas. Basándonos en lo que podemos ver, decimos que alguien de determinada raza es superior o inferior. Y eso es lo que produce las discriminaciones raciales y sociales, y es la raíz de todo prejuicio, injusticia y pobreza. De modo que decidí prestar más atención a las buenas características que todos tenemos en común.

A mí me gusta encontrar ideas que me ayuden a orar. La Biblia dice: “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? Malaquías 2:10. De manera que desde el principio todos tenemos algo muy valioso y en igual medida: Tenemos el mismo Padre y Madre Dios. Nadie tiene más del Padre, y todo el bien que tenemos proviene de El.

Del mismo modo, sería absurdo pensar que alguien tiene el derecho por nacimiento de respirar más aire que los demás. La ley establecida por Dios, que es infinito, es que todos recibimos de Él aptitudes y talentos que podemos descubrir y usar, de igual forma y sin medida. Cuando reconocemos que esta ley de Dios es real en nuestra vida, nuestros estudios académicos y perspectivas de futuro tienden a mejorar.

Yo soy africano pero vivo en Brasil desde el año 2001, y he notado que aquí mucha gente negra joven tiene complejo de inferioridad, y eso impide mejorar sus estudios. La mayoría de la gente sabe que no está bien creerse superior a los demás, porque nos impide ver sus cualidades. Pero yo estoy convencido de que es igualmente errado sentirse inferior, porque entonces no reconocemos los talentos que Dios nos ha dado. Dios se expresa a Sí Mismo en cada uno de nosotros, y nos da la fortaleza para progresar en nuestra vida. El no puede expresar nada que sea de inferior calidad, razón por la cual está mal y es innecesario que alguien se sienta disminuido.

Esto no quiere decir que nos hayan cortado a todos con el mismo molde, y que somos todos iguales. La igualdad social no implica que seamos intrinsicamente iguales. Los talentos que Dios nos ha dado se pueden manifestar de maneras individuales y diferentes, sin que implique superioridad o inferioridad. Podemos apreciar que las diferencias individuales expresan el hecho de que Dios es infinito y se manifiesta a Sí Mismo de diferentes maneras, todas igualmente buenas. Y estas formas no tienen nada que ver con las clasificaciones raciales o sociales.

Para mí pensar espiritualmente significa basar nuestros pensamientos en la creación espiritual y perfecta de Dios, y no en las apariencias. Tengo la seguridad de que a medida que tú y yo hagamos esto, las diferencias sociales disminuirán hasta que finalmente desaparecerán por completo. De este modo, todos podremos contribuir a tener un mundo mejor.

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