El artista Chris Evans ha tenido una carrera multifacética como paisajista, retratista, ilustrador de National Geographic, y artista de efectos especiales en cinematografía. Sus pinturas han sido exhibidas en galerías de arte y museos de los Estados Unidos y Europa.
El trabajo que ha hecho Chris como artista de fondo ha aparecido en más de cincuenta y cinco películas, entre las cuales se encuentran: Titanic; La Guerra de las Galaxias: El regreso del Jedi; Jurassic Park; Star Trek y E.T. A principios de su carrera fue nominado para el Oscar por su trabajo en la película Willow, dirigida por Ron Howard, y recibió un premio Emmy por el programa de televisión The Ewok Adventure.
La corresponsal del Heraldo para Teens, entrevistó a Chris en el estudio que él tiene en su casa en Bay Shore, Nueva York, donde vive con su esposa y su pequeño hijo.
Chris, ¿cómo comenzaste a interesarte en el arte?
De niño mis padres me alentaron a expresarme a través del dibujo y la pintura, así como la música. Recuerdo que mi padre y mi abuelo me enseñaban a dibujar animales. Y cuando tenía unos ocho años, mis padres me inscribieron en una clase de arte que daban los sábados por la mañana en mi barrio.
Posteriormente, cuando estaba en la secundaria, comencé a trabajar con el diario de la escuela como caricaturista. Ilustraba artículos y dibujaba caricaturas sobre diferentes temas. También sacaba fotografías para el diario y escribía artículos. Descubrí que tenía diferentes talentos artísticos que era muy divertido combinar.
Luego, en mi último año empecé a tomar clases de física, pero no me iba bien. Hasta ese momento mis calificaciones habían sido sobresalientes, pero en esa clase no lograba entender lo que enseñaban. Con la ayuda del consejero académico, pude salir de esa clase y entrar en una clase de apreciación del arte. Me sentí como pez que volvía al agua.
El profesor era toda una inspiración. Hacía que el arte cobrara vida para mí. Consultábamos la historia del arte: fotos de pinturas de cuevas y arte moderno, los viejos maestros, y a mí me encantaba. Empecé a hacer pequeñas copias de las pinturas de Miguel Ángel. En aquella época, todavía no estaba consciente de que tenía un don artístico. Simplemente me encantaba pintar y dibujar.
Ese año vi una serie en la televisión que se llamaba “Civilización” con Kenneth Clark, historiador del arte inglés. En cada episodio iba a diferentes lugares alrededor de Europa, y hablaba sobre el arte. Pensé: “¿Qué interesante que es esto!”
De manera que tan pronto me gradué del bachillerato, trabajé seis meses colgando camisas en una casa de venta de ropa, y ahorré algo de dinero. Me fui a Europa, compré un pase de tren y visité los grandes museos de arte de Bélgica, Francia, España, Italia, Alemania e Inglaterra.
Mi familia tenía la idea de que no era práctico dedicarse al arte, por lo menos, para un hombre.
Mi familia se mudó de Nueva York a Los Angeles ese año, y cuando regresé de Europa, envié mi solicitud para estudiar en la Universidad de California y me aceptaron.
¿Te presionó tu familia para que estudiaras algo “práctico” en la universidad?
Yo no diria que me presionó, pero lo cierto es que el primer año no estudié arte porque toda mi familia tenía la idea de que no era práctico hacerlo, por lo menos para un hombre. Tenías que tener un “trabajo de verdad”.
Todo artista es un pensador, no un pincel sin inteligencia.
Mi papá no trató de limitarme, pero uno de mis abuelos me dijo: “”Tienes mucho talento artístico. ¿Por qué no estudias arquitectura?” Pero la verdad es que a mí no me gustaba tanto la arquitectura. Otro miembro de la familia me dijo: “Tendrías que encontrarte un trabajo donde pudieras enseñar arte”, porque él enseñaba arte y diseño industrial.
Pensé: “Bueno, tal vez estudie historia del arte y me transforme en un historiador del arte”. Me parecía que por lo menos la historia del arte era una disciplina más práctica.
De manera que empecé a estudiar historia del arte. Pero al mismo tiempo, me encantaba pintar y dibujar. Los fines de semana iba a casa y hacía pinturas al óleo. Se los traía a mis profesores de historia del arte en la universidad, y uno de ellos me dijo: “¿Quién te enseñó a pintar así? ¡Esto es increíble!” Me dijo: “Termina tus estudios en bellas artes y no te preocupes por nada más. Disfrútalo y todo lo demás se va a ir manifestando”.
Esto me ayudó a liberarme y a estudiar lo que realmente me encantaba. Cada vez me daba más cuenta de que tenía una habilidad para el arte, y que no tenía que preocuparme por ver a dónde me llevaría ese don, simplemente debía seguir desarrollándolo. Y eso fue lo que hice, y completé mis estudios en bellas artes.
¿De qué modo te ayudó la Christian Science en tu carrera como artista?
Yo había estado asistiendo a una Escuela Dominical de la Christian Science desde que era chico, pero cuando tenía unos dieciséis años, comencé a apreciarla más. Era importante para mí, no sólo para mis padres, mi familia y otra gente de la iglesia. No iba a la Escuela Dominical todas las semanas, pero en la secundaria empecé a leer la Lección Bíblica de la Christian Science casi todos los días. Empecé a ver lo que tenía que decir, y cómo podía ser práctica en mi vida.
Lo maravilloso fue que la Christian Science me ayudó a dejar de lado todos los temores sobre mi futuro, y la sensación de limitación. Descubrí que el progreso individual en la vida, cualquiera sea tu nacionalidad o religión, viene cuando uno abre el pensamiento a las infinitas posibilidades que tenemos de Dios.
En Ciencia y Salud hay un concepto importante: “Un conocimiento de la Ciencia del ser desarrolla las habilidades y posibilidades latentes del hombre. Extiende la atmósfera del pensamiento, dando a los mortales acceso a regiones más amplias y más altas. Eleva al pensador a su ambiente natural de discernimiento y perspicacia” (pág. 128).
Todo artista es un pensador, no tan sólo un pincel sin inteligencia.
¿Cómo conseguiste tu primer trabajo?
Después que terminé la licenciatura, continué estudiando y obtuve la Maestría en Bellas Artes. Luego tuve que decidir entre enseñar o encontrar otro trabajo.
Pinté algunos retratos y me di cuenta de que no estaba ganando suficiente dinero ni siquiera para pagar el alquiler, y además me sentía aislado y solo. Tuve mucho miedo y sentí como que había llegado a un callejón sin salida.
No obstante, yo había continuado estudiando la Lección Bíblica y asistiendo a la iglesia. También enseñaba en la Escuela Dominical a estudiantes de secundaria superior. Mi familia vivía a una cuadra de una Sala de Lectura de la Christian Science en Los Angeles. Todas las mañanas, antes de ir al estudio que tenía en un pequeño garaje, iba a la Sala de Lectura a leer la Lección, y oraba. Fue una época de muchos desafíos en mi vida.
De las Lecciones Bíblicas había aprendido que el deseo es oración. Pero no se trataba de decir “yo quiero esto o aquello”, sino más bien el deseo de dar. Y yo deseaba usar el don que tenía para el arte, que me encantaba, de una manera que fuera buena para mí y para los demás.
Recuerdo que pensé: “Si el arte no es realmente práctico y no es tan importante, estoy dispuesto a dejarlo”. Estaba dispuesto a dejar de lado el arte como carrera, y hacer cualquier otra cosa que fuera más correcta. “Tal vez estudie arquitectura; tal vez me dedique a las ventas, o algún negocio relacionado con el arte”.
Por esa época, fui a ver la segunda película de La Guerra de las Galaxias: El Imperio contraataca. Noté que en la escena de la Ciudad en las Nubes [donde aparece Lando Calrissian], la ciudad y las nubes del fondo eran pinturas. Yo había hecho algunas pinturas de nubes antes, entonces pensé: “¡Ah! Yo puedo hacer algunas pinturas de nubes para la próxima película de La Guerra de las Galaxias. Me voy a ofrecer de voluntario”.
Cuando comenzaron a aparecer los créditos al final de la película anoté en un pequeño trozo de papel el nombre de uno de los directores de arte, con un mensaje para mí mismo que decía: “Comunicarse con tal y tal en los estudios”. Ni siquiera sabía cuál era el estudio.
Sentí el impulso de llamarlos y decirles: “Yo tengo este talento y puedo pintar nubes”. Honestamente nunca pensé que me darían un trabajo y un cheque a fin de mes.
Sabía que George Lucas era el director de La Guerra de las Galaxias y descubrí que su compañía era archisecreta. Una amiga mía estaba trabajando como secretaria temporal en un servicio de limusinas de Hollywood, y ella encontró la dirección secreta en la lista de direcciones de la compañía de limusinas. Me dio la dirección en Hollywood, y fui allí con las diapositivas de mis pinturas. Era un edificio viejo de ladrillo con una simple puerta de madera, sin número. Abrí la puerta y adentro había una enorme y hermosa oficina con tragaluces, plantas tropicales, y gente que iba y venía.
Me acerqué a la recepcionista y le dije: “Soy artista y me gustaría trabajar para esta compañía. Aquí están mis fotos”. Después de llevárselas al director artístico, me dijo: “Vuelve en una hora”.
De modo que volví una hora más tarde. El director artístico salió y me dijo: “Es un milagro que hayas venido a vernos hoy. Justo esta mañana recibimos un mensaje de Industrial Light & Magic diciendo que necesitan un nuevo artista en San Francisco”. Ellos hicieron los arreglos para que tuviera una entrevista a la semana siguiente.
Pensé: “Yo puedo hacer algunas pinturas de nubes para la próxima película de La Guerra de las Galaxias. Me voy a ofrecer de volunta
Esta entrevista era en otro edificio secreto. Cuando me escoltaban a través de los gigantescos salones, vi enormes pinturas que eran el fondo de la batalla en la nieve de El Imperio contraataca. En otro salón estaba el modelo del Destructor Imperial de Estrellas simplemente apoyado contra la pared, en otro lugar estaba la Estrella de la Muerte y un muñeco de Yoda. Y luego vi la pintura misma que yo había notado en la película; el fondo de la Ciudad en las Nubes hecho en vidrio.
Después de la entrevista, regresé con mi auto de vuelta a Los Angeles, y una semana después me llamaron y me ofrecieron un trabajo como artista aprendiz de fondo, alguien que crea pinturas que son incorporadas en las escenas de fondo en las películas. Esta historia me sigue resultando sorprendente.
¿Qué rumbo tomó tu carrera después de eso?
Me gustaba muchísimo trabajar para Industrial Light & Magic, pero las extraordinarias demandas de ese trabajo me dejaban muy poco tiempo para explorar mis propias ideas artísticas. De modo que después de ocho años de trabajar allí, decidí trabajar de forma independiente, lo que me dio tiempo personal, y llevó a que participara en trabajos muy interesantes para los estudios Disney y para la revista National Geographic. Durante los últimos doce años, mi trabajo me ha llevado a remotas islas volcánicas, antiguas ruinas en junglas tropicales, templos en Tailandia y excavaciones arqueológicas en Israel.
Ahora paso la mayor parte del tiempo trabajando en mis propias pinturas. Hay una galería en California que vende mis obras. También trabajo medio tiempo en la computadora de mi casa para una compañía llamada MatteWorld Digital que crea imágenes digitales de fondo para las películas.
Algo muy importante que he comprendido es que mi creatividad y mi talento artístico sólo pueden ser un regalo de Dios.
¿Qué planes tienes para el futuro?
Siento que Dios me está guiando a mí y a todos, y trato de prestar atención a esa guía. Una cosa importante que he aprendido a lo largo de mi carrera es tener un pensamiento abierto.
Orta cosa muy importante que he comprendido es que mi creatividad y mi talento artístico sólo pueden ser un don de Dios. No es algo que yo opté por generar dentro de mí mismo. Dios me ha dado este don para crear algo hermoso, o para transmitir belleza de alguna manera, y yo sé que Su sabiduría me guía a mí, y a cada uno de nosotros para usar lo mejor posible nuestras habilidades. Dios nunca nos daría una habilidad útil y perfecta para privarnos de la oportunidad de compartirla con los demás.
La gran lección que he aprendido ha sido superar el temor, o la duda en mí mismo, ya que me impediría atravesar la puerta de posibilidades infinitas que está abierta ante cada uno de nosotros.
