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Dejó de dolerme el oído

Del número de enero de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una noche estaba durmiendo, cuando de repente sentí un dolor de oído muy fuerte que me despertó y empecé a llorar. Llamé a mi mami y ella, despertándose, me tomó en sus brazos.

Mamá oró conmigo. Comenzamos a repetir el Salmo 91 de la Biblia, que empieza así: “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del omnipotente”.

Muy pronto comenzó a amanecer y dejé de llorar porque el oído ya no me dolía. Y escuché que mi Papá Dios me decía: “Nunca voy a dejarte, siempre estaré cuidándote y protegiéndote de todo mal”.

Después fui a la escuela y ya no volvió a dolerme el oído.


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