Una mañana, la pequeña lechuza se despertó sin saber dónde estaba. ¡Había tanta niebla!
—Uh uh-uh uh, ¿dónde estoy?
—¡En-caaa-sa! ¡En-caaa-sa! ¡En-caaa-sa! —ululaba la sirena de un barco allá lejos en el mar.
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