—Ésta es nuestra casa nueva, José —dijo la mamá. José miraba y miraba pero no podía ver ninguna casa. Lo único que veía era un río y un bote largo y angosto pinta- do de brillantes colores con macetas llenas de flores en el techo.
La mamá estaba muy emocionada, y lo rodeó con sus brazos mientras caminaban hacia el bote.
—¿No te parece divertido? —le preguntó—. Ven a verlo adentro. ¡Te va a encantar!
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