Un día cuando regresé de la escuela me di cuenta de que me faltaba un arete. Se lo dije a mamá y las dos comenzamos a revisar mi ropa y mi habitación. El arete era costoso. Estaba hecho de oro de verdad.
Ese mismo día regresamos a la escuela, aunque estaba lloviendo y había mucho viento. Mi maestra nos ayudó a buscar el arete en el patio donde había tenido mi clase de baile.
No obstante, no lo encontramos.
Cuando regresábamos, mamá me explicó que con Dios nada se pierde, porque Dios es la Mente que todo lo sabe. Entonces mi mamá y yo cantamos el himno “La colina, di, Pastor, cómo he de subir…” (Himnario de la Christian Science, N° 304). Cuando regresamos a casa mamá siguió cantando ese himno. Entonces dijo: “Pastor, muéstranos dónde debemos buscar”.
Fuimos a revisar mi cama. Cuando levantamos la almohada encontramos el pequeño arete de oro. Yo me sentí muy contenta. Le agradecimos a Dios por demostrarnos que Él es la Mente que todo lo sabe.
Bibra Lake, Australia
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