Allí estaba el osito de Jorge, patas arriba en el camioncito volcador azul, mientras que Pinky, el gatito, jugaba con los soquetes nuevos de Jorge.
Cristina, su hermana mayor, vio el cuarto de Jorge y suspiró. Todo estaba amontonado en el piso. Con razón Pinky se divertía tanto y Jorge no podía encontrar nada en ese cuarto.
“Estoy segura de que algo se puede hacer”, murmuró, mientras le quitaba a Pinky los soquetes de entre las patas.
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