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En busca de trabajo

Del número de julio de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Afines del año 1996, fui despedido de la compañía en la que trabajé por más de 26 años. Si bien recibí los beneficios que otorga la ley y una adecuada compensación económica adicional, el golpe emocional fue muy difícil de superar en un comienzo.

Con el transcurso del tiempo, me fui acostumbrando y empecé a sobreponerme con la lectura y la participación en actividades académicas y culturales, pero nunca dejaba de reclamar en mi pensamiento, y cada vez en forma más intensa, el derecho que me asistía a poder trabajar, a generar ingresos, y a sentirme una persona responsable y, sobre todo, a demostrar mis capacidades y el desarrollo profesional acumulado durante años.

El caso es que, aun siendo Científico Cristiano desde aproximadamente treinta años, en esos momentos no supe recurrir a Dios correctamente, preocupándome más en buscar otro tipo de soluciones, sin obtener el resultado deseado. Pero a mediados de 1998 me di cuenta de que tenía a mi disposición una fórmula segura que no había tomado en cuenta. Es así como empecé a realizar un estudio muy detenido de la Biblia y de nuestro libro de texto a través de la Lección–Sermón y también de las demás publicaciones; en especial profundicé la lectura de El Heraldo de la Christian Science.

En la medida en que avanzaba en el estudio, iba adquiriendo la convicción de que en Dios tenemos un protector que nunca nos abandona y que acude en nuestra ayuda en todo momento.

En Dios tenemos un protector que jamás nos abandona.

Así transcurrió el resto del año 1998 y gran parte de 1999 hasta que en octubre, un día en que me encontraba estudiando la Lección–Sermón, recuerdo que tomé un lapicero y escribí unas líneas, tal vez como un resumen de todo lo que había entendido leyendo. Esas ideas fueron muy reveladoras y lo transcribo tal como lo tengo anotado: "No hay que pensar que Dios nos va a mandar lo que pedimos del cielo; debemos pensar que Él nos va a dar la solución aunque no necesariamente de la manera que uno piensa. Tenemos que confiar en Dios sin dudar, sabiendo que siempre está aquí para resolver nuestros problemas. No es un Padre que está lejos y no escucha la voz de Sus hijos. Él está aquí para ayudarnos".

Lo antes descrito fue muy significativo para mí, en ese momento sentí una paz profunda y un infinito agradecimiento a Dios por saber que acude en nuestra ayuda cuando con sinceridad y humildad aceptamos Su dirección. Me retiré a dormir con el profundo convencimiento de que algo ocurriría.

Al cabo de tres o cuatro días, recibí en mi casa una llamada telefónica solicitando mi presencia para un determinado día, en una importante institución cultural del Estado. La dirección de esa institución había determinado que sobre la base de mi profesión, mi experiencia adquirida en trabajos relacionados con la economía y las finanzas, y mi participación durante muchos años en actividades culturales, yo era la persona indicada para ocupar un puesto que requería de esos conocimientos.

En la actualidad, han transcurrido más de tres años y me encuentro totalmente integrado a mi trabajo que, además de cubrir mis necesidades materiales, me da una gran satisfacción espiritual.

Por todo esto y lo recibido en mi vida, agradezco a Dios, a Cristo Jesús, y a esa extraordinaria mujer Mary Baker Eddy, quien descubrió la Christian Science y por medio de la misma la manera correcta y espiritual de interpretar la Biblia.

También tengo que expresar mi gratitud a Primera Iglesia de Cristo, Científico, de Lima, y a la dinámica Sociedad de Miraflores, de la cual soy miembro actualmente.


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