Bienvenidos. Así nos sentíamos en mi familia cuando hace años comenzamos a leer El Heraldo. Era como entrar a un lugar especial que nos recibía con los brazos abiertos. Mi esposo y yo nos enfrascábamos en los relatos de gente sanada por medio de la oración y en los artículos que aclaraban mi recién adquirido conocimiento de la Christian Science. Mis hijos, muy pequeños todavía, me pedían que les leyera una y otra vez las historias para niños.
Eran mis primeros pasos en lo que luego sería mi único camino posible en la vida. Así que El Heraldo tiene un lugar de privilegio en los recuerdos de esa época de descubrimientos espirituales.
El único camino posible en la vida.
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