Estoy seguro de que muchos de nosotros en algún momento de nuestra vida hemos deseado poder volar como un ave. Así lo deseaba yo desde niño al ver en la televisión a mis superhéroes elevarse por el cielo. Tenía tanta confianza en el poder de Dios que oraba para que me diera la habilidad de volar. Por supuesto que nunca lo logré. Y no podía comprender, si Dios era todopoderoso, por qué no me podía dar alas.
Pasaron los años y desistí de la idea de aprender a volar, pero entonces me compré una moto. Cuando la vi pensé que finalmente Él había decidido darme alas. Esta moto me dio una una sensación de libertad como nunca antes había sentido. Cuando ando por la carretera puedo oler el pasto y la madera cortada, puedo sentir el viento y la carretera... ¡Es como si estuviera volando!
Mi confianza en Su poder también me dio la certeza de que siempre puedo sentirme protegido en Sus entrañables brazos. Es por eso que cada vez que ando en mi moto tengo una sensación de paz y seguridad. Estos paseos me ayudan a apreciar más la belleza de la naturaleza que me rodea, y me siento tan cerca de Dios que desaparecen todas mis preocupaciones.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!