En uno de mis viajes a Yucatán, una región de México donde una gran parte de la población habla el idioma maya además del español, me di cuenta de algo muy interesante. En este idioma se usa la misma palabra para “buscar” y “encontrar”. ¿Ya lo buscaste? también puede significar ¿ya lo encontraste? Esto me parece maravilloso. ¿Quién de nosotros no ha buscado alguna vez algo importante? ¿No anhelamos todos que cuando buscamos algo, también lo encontremos en el menor tiempo posible? Pensando en los mayas y sus interesantes conceptos me pregunté: ¿Qué tal si en mi vida, buscar y encontrar significara lo mismo? ¿Qué ocurriría si buscar y encontrar sucedieran al mismo tiempo?
Reflexionando sobre esto, me acordé de lo que dice Cristo Jesús: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”. Mateo 6:8. y “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Juan 15:7. Jesús no sólo lo dijo, lo hizo. Toda su vida es un ejemplo de que buscar y encontrar es lo mismo. Todas las personas que acudieron a Jesús para pedirle algo, lo recibieron al momento. Nunca leemos que Jesús dijera a alguien: “Vas a estar bien en el más allá” o “No pidas porque no te lo mereces”. ¿Cuántas personas viviendo en la oscuridad le pidieron a Jesús vista y la tuvieron? ¿Cuántos querían caminar y caminaron? ¿Cuántos querían comer y comieron? Hasta los que habían muerto, resucitaron.
¿Acaso no estamos todos nosotros en busca de algo? Y no estoy hablando solamente de buscar las llaves del coche o los lentes. ¿No buscamos todos paz, alegría, seguridad, armonía, abundancia, salud? ¿Son estos sueños inalcanzables o existe la posibilidad de que los podamos lograr aquí y ahora?
Al estudiar detenidamente la Biblia, hay buenas razones para asumir que Dios no está experimentando con nosotros. Dios es Verdad y la Verdad no comete errores. La Biblia también dice que Dios es Amor, y el Amor no sólo quiere el bien para Sus hijos, sino que puede otorgarlo. Dios es Espíritu y también es Todo, lo que para el buen entendedor significa que Todo es Espíritu. Por ende, nosotros como hijos del Espíritu, creados a Su imagen y semejanza, somos seres espirituales.
San Pablo nos aconseja que nos desvistamos de Adán y nos vistamos de Cristo. Nos dice que dejemos de pensar en nosotros como seres vulnerables, defectuosos y temporales, como cosas que se usan y cuando ya no sirven, se tiran. Nos dice que nos identifiquemos como seres maravillosos, creados para siempre por un creador que sabe hacer las cosas bien y las mantiene de ese modo.
Comprender esto es esencial para poder eliminar el tiempo entre la búsqueda y el encuentro. Buscar en lo material es buscar en vano. Muchos nos estamos dando cuenta de que aunque cerremos nuestra puerta con grandes candados, eso no nos da seguridad. Aunque tengamos muchos amigos influyentes, eso no nos da poder. Aunque acumulemos mucho dinero, eso no nos hace verdaderamente ricos. Aunque llenemos nuestras alacenas de medicamentos, eso no nos da verdadera salud. Aunque construyamos los armamentos más sofisticados, eso no nos hace invulnerables. Hay anhelos más elevados que buscan satisfacción y comprendemos que el mundo material no ofrece lo que buscamos.
Un amigo con una bonita familia, que ha tenido mucho éxito en su empresa y que al parecer lo tiene todo, me dijo el otro día: “No sé, pero es como si todo esto no tuviera mucho sentido”. Así me sentí yo hace años. Estaba estudiando la carrera que había escogido, tenía también un muy buen trabajo, vivía en una hermosa casa con alberca [piscina], tenía mi automóvil, amigos y amigas, y sin embargo la vida no tenía mucho sentido para mí. La situación era tan grave, que empecé a orar, aunque con poca esperanza. Poco tiempo después, una amiga me dio un libro que empecé a leer, al principio con muchas dudas. Sin embargo, con el tiempo, con ayuda de este libro y la Biblia, mi manera de ver las cosas cambió y ahora la vida para mí es algo fascinante, maravilloso, y estoy aprendiendo a encontrar lo que busco cada vez más rápido. Sobre todo veo que la Biblia bien entendida y aplicada contiene las soluciones para cualquier problema que pudiéramos tener.
El libro se llama Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, y su autora, Mary Baker Eddy, lo dedica “a los que sinceramente buscan la Verdad”.Ciencia y Salud, pág. xii. En su libro ella dice: “A medida que los mortales alcancen conceptos más correctos de Dios y del hombre, innumerables objetos de la creación, que antes eran invisibles, se harán visibles. Cuando comprendamos que la Vida es Espíritu, nunca en la materia ni de la materia, esa comprensión se desarrollará en autocompleción, encontrándolo todo en Dios, el bien, sin necesitar ninguna otra consciencia”. ibíd, pág. 264.
El mundo material no satisface verdaderamente nuestros anhelos más elevados.
Debo admitir que vivo fascinado observando todas las maravillas que se descubren cada día. La humanidad nunca antes conoció una época como la que estamos viviendo. Ciertamente parece que nos falta la capacidad de usar todos estos “encuentros” para el bienestar común, pero es un hecho que jamás hemos encontrado tanto como ahora. Lo que hace falta es comprender que ningún bien es bueno si no lo es para todos.
Jesús también dijo: “Mi reino no es de este mundo”. Juan 18:36. Sin embargo, dejó bien claro que en su mundo sí hay paz, amor, alegría y vida plena. Y nos dijo que éste no está tan lejos como pensamos. Durante su estancia con nosotros, Jesús demostró una y otra vez que buscar y encontrar es lo mismo. Hoy también todos los que buscamos sinceramente la Verdad podemos encontrar en Cristo, la imagen y semejanza de Dios, todo lo que aparentemente nos hace falta. Para lograrlo tenemos a nuestro alcance el libro Ciencia y Salud que es una llave que abre la puerta hacia el mundo de Cristo, nos ayuda a comprender nuestra naturaleza espiritual y así contribuye a eliminar el tiempo que existe entre buscar y encontrar.
Amigos ¿Ya lo buscaron?