Hace poco estaba hablando con un amigo y, como a menudo sucede, de pronto comenzamos a hablar de la comida. ¡Oh, cuánto deseaba él comer una carne en vaho! Nadie cocina como su mamá, y anhelaba sentarse con la familia un sábado por la tarde... Ésas son las cosas con que uno sueña. Pero en ese momento mi amigo estaba en Nueva York y su familia en Nicaragua.
Hoy en día, millones de personas dejan su tierra natal y su gente para encontrar trabajo y ganar suficiente dinero para sostener económicamente a los parientes que se quedaron en su país. Mi amigo hace cuatro años que vive en Nueva York. Regresaría a su casa mañana mismo, pero su mamá, su papá, sus hermanos y hermanas, dependen del dinero que él les envía todos los meses.
En Nicaragua el índice de desempleo sigue siendo muy alto, y si él no tuviera la buena fortuna de tener una visa para trabajar en los Estados Unidos nadie sabe cómo sobrevivirían sus familiares.
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