El título de una pintura del simbolista francés Paul Gauguin plantea un interrogante “¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Hacia dónde vamos?” La gente siempre se ha hecho estas preguntas. Y también las naciones. Se podría argumentar que en todas las épocas la humanidad ha estado tratando de resolver la importante incógnita de la identidad.
Y esto nos recuerdo algo que la fundadora de esta revista comprendió: “Como parte activa de un estupendo todo, la bondad identifica al hombre con el bien universal. Así cada miembro de esta iglesia puede elevarse por encima de la tan repetida pregunta: ¿Qué soy yo?, a la respuesta científica: Yo soy capaz de impartir verdad, salud y felicidad, y ésta es mi roca de salvación y mi razón de existir”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 165.
Las aptitudes que menciona Mary Baker Eddy se aplican a todos. Tienen su base en la identidad espiritual y buena que Dios ha dado a cada uno de Sus hijos e hijas. La verdad de esta identidad espiritual es elemento fundamental de lo que esta revista se esfuerza por destacar y explorar en cada número.
El tema de la identidad es una cuestión clave tanto para cada uno individualmente como para los cuerpos colectivos. Por esta razón las grandes compañías encuentran necesario definirse con una declaración clara de su misión. También explica por qué un país busca tener un gobierno estable y trata de definir su rol en el mundo. Aunque las compañías comerciales y las naciones constituyen clases de entidades diferentes, están compuestas por personas y por todas las cualidades llenas de motivación, libres y progresivas que Dios les ha otorgado. Todo empleado o ciudadano puede contribuir con esas cualidades, que pertenecen por extensión a los grupos colectivos. Y estas cualidades se hacen evidentes y útiles en la medida en que cada persona toma consciencia del bien que fundamenta su identidad.
La capacidad de introspección, que permite encontrar la identidad establecida por el Creador, le otorga a uno fortaleza. Le permite a uno ver más allá de los problemas obstinados, hacia una solución; ya sea una cuestión de salud, corrupción corporativa, tensión internacional, o de un problema que envuelva el despojo de derechos públicos, es decir, de todo aquello que limite o amenace a la humanidad. El descubrimiento de la identidad espiritual guía a la gente, a las industrias y a los países a marcar el curso para lograr un progreso que es inevitable. Encontrar dentro de uno mismo las cualidades indestructibles que Dios ha dado a Sus hijos, como la salud, honestidad, estabilidad y propósito, es una forma vital de oración que debe, necesariamente, llegar al individuo y bendecir a todo el universo.
Jesús dijo: “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros”. Lucas 17:20, 21. En última instancia, el progreso y bienestar que busca la humanidad no se puede lograr externamente. Sin embargo puede que algún sufriente pregunte: “¿Quién o qué me puede aliviar el dolor?” Una compañía comercial podría preguntar: “¿De dónde vendrán los recursos que nos permitan mantenernos a flote?” Una nación quizá pregunte: “¿Cómo podemos terminar con la lucha de las distintas facciones y comenzar a descubrir nuestro destino?”
En todas estas situaciones, cuando una persona reconoce sus infinitas, poderosas e innatas cualidades derivadas de una fuente única y verdadera, o sea el Amor divino, toda la comunidad comienza a ser permeada con una mayor inspiración y realización de propósito.
Cada uno de nosotros, como individuos y como ciudadanos de las naciones, trata de descubrir el significado y propósito que Dios ha dado a nuestra existencia. Las preguntas sobre la identidad, que Gauguin planteó en el título de su obra, pueden servir como un marco para la oración. A continuación incluimos tres ejemplos de cómo uno podría encontrar respuesta a estas preguntas desde una perspectiva espiritual:
Es necesario averiguar qué propósito le dio Dios a nuestra existencia.
¿De dónde venimos? Tenemos nuestro origen en el único Creador, quien hizo el cielo y la tierra.
¿Qué somos? Somos todos hijos del único Dios, y nuestra existencia y sustento proviene de Aquél que nos hizo a Su perfecta semejanza.
¿Hacia dónde vamos? En las palabras de Mary Baker Eddy nos estamos “apresurando a comprender que la Vida es Dios, el bien, y que el mal no tiene en realidad lugar ni poder en la economía humana o en la divina”.Ciencia y Salud, pág. 327.