"Todos los días aparecen correos electrónicos en la pantalla de mi computadora pidiendo una oración sanadora", cuenta Beverly Goldsmith, quien se describe como una entusiasta de la tecnología. Ella es maestra y practicista de la Christian Science, y vive en Brisbane, Australia. "Después de todo", agrega, "vivimos en el siglo XXI, y nos comunicamos de la manera que se hace en el nuevo siglo".
El diálogo cibernético es propio del nuevo milenio y muy práctico para alguien como la Sra. Goldsmith, quien no sólo responde a las constantes demandas de su profesión, sino que su reloj australiano actualmente marca 15 horas adelante de quienes vivimos en la costa este de los Estados Unidos. La gente de Brisbane virtualmente vive en el futuro. Lo que significa que mientras yo me dirijo a la iglesia un miércoles por la noche, es jueves por la mañana para Goldsmith, quien se sienta afuera en su jardín y envía sus correos electrónicos usando la tecnología inalámbrica más moderna.
Goldsmith comenzó su práctica profesional de curación en la Christian Science cuando tenía alrededor de 25 años, y poco después comenzó a anunciar su práctica en The Christian Science Journal. Es maestra de la Christian Science desde 1991. Hoy, su ministerio por banda ancha — que imparte por correo electrónico a través de todo el mundo — es sólo parte del amplio espectro de incansable actividad que realiza para ayudar a la gente. Ella dirige seminarios en Australia y Nueva Zelanda como miembro del Cuerpo de Conferenciantes de la Christian Science. Escribe artículos para las publicaciones periódicas de la Christian Science. También enseña una clase anual sobre cómo practicar la curación espiritual, durante la cual se estudian en profundidad muchos de los conceptos que destacamos en el presente artículo.
La oración no tiene un efecto en Dios. No obstante, incluso aquélla que se realiza para obtener una curación física, puede ser ilimitada en su impacto y poder. ¿Cómo es esto, Beverly?
La oración es poderosa porque cambia nuestro pensamiento y a su vez cambia el cuerpo. La oración sanadora no consiste en pedir a Dios que cambie Su pensamiento. Él no tiene que rehacer Su obra. Dios no nos hizo sanos para luego quitarnos la salud. Él es nuestro Padre divino, y desde el comienzo mismo, cuando Dios pensó en ti y en mí, nos hizo absolutamente perfectos en todo sentido. Él nos dio la salud y nos hizo completos. La Biblia dice que Dios nos creó a la semejanza divina, y nos hizo buenos "en manera". Génesis 1:31. Eso nunca ha cambiado.
Es por eso que cuando oro no comienzo diciendo: "Oh, no, esta persona, está enferma, y ahora tengo que hacer que se sane". Lo que me gusta afirmar es que Dios hizo a cada persona sana y la mantiene sana. Él nunca ha dejado de cuidar de Sus hijos. Nuestro Padre-Madre nos ama a cada uno de nosotros y nos guarda a salvo y sanos.
Por lo tanto, el tratamiento sanador consiste en poner nuestro pensamiento en línea con los hechos espirituales y verdaderos de nuestra salud y bienestar. Consiste en comenzar con lo que es Dios y lo que ha hecho por nosotros. Luego nos aferramos al hecho espiritual de que Su obra es completa, permanente e inalterable. De modo que cuando oro por un paciente me aferro al hecho espiritual de que ya está bien ahora mismo porque Dios así lo hizo. Esa oración tiene un efecto sanador en la mente y en el cuerpo, y en cada aspecto de la vida.
Hace poco la organización Gallup hizo una encuesta en la que el 61 por ciento de los estadounidenses dijo que "la religión puede responder a todos o a la mayoria de los problemas de hoy". 24 de junio de 2004, Gallup Poll, "La religión es 'muy importante' para 6 de 10 estadounidenses", www.gallup.com/poll/content/. Si bien no hay datos fuera de los Estados Unidos, me imagino que el consenso es bastante universal. Y de tus comentarios infiero que si la religión adoptara el tipo de oración que tú describes, podria dar a la gente lo que tanto anhela, y responder con éxito a cualquier problema mental, circunstancial o físico que un individuo pudiera enfrentar.
Estoy de acuerdo. Y es muy interesante porque aquí en Australia la mayor parte de la gente asocia la palabra religión con una denominación religiosa o iglesia. Así que esa palabra parece darles un poco de miedo. Sin embargo, he aprendido que la oración sanadora no pertenece a ninguna denominación religiosa en especial. Cualquier persona puede practicar la curación espiritual. Y sé por experiencia propia que la espiritualidad sana con todo éxito la mente, el cuerpo y el espíritu. Cualquiera sea la situación que enfrento, yo sé que hay una solución. Por ese motivo, orar o pensar de manera espiritual es algo que hago a cada momento. Oro por cada faceta de mi vida. Saber (reconocer/afirmar) que el Amor divino está conmigo — respondiendo a mis necesidades, manteniéndome a salvo de todo mal, cuidándome — me sanó de 22 verrugas que tenía en los dedos, armonizó mi relación con los demás, me ayudó a obtener empleo y resolvió una mala situación financiera. Ante todo, la oración me ha dado la confianza de que Dios está conmigo, que el Amor divino siempre tiene una respuesta para mí. Esto también ha sido verdad para otras personas con las que oro. La gente quiere conocer a Dios; anhela ver expresados la bondad y el poder divinos en su vida. Y pueden lograrlo.
La oración es poderosa porque cambia nuestro pensamiento y nuestro cuerpo.
En tus seminarios sobre la curación espiritual, ¿qué has visto que busca la gente?
En los últimos diez años he observado en Australia un enorme cambio en el pensamiento del público sobre la curación espiritual. Durante la década del 90, cuando les preguntaba a los presentes si pensaban que había una conexión entre la mente y el cuerpo, tan sólo una o dos personas levantaban la mano. Hoy prácticamente todos en el público dicen ver que existe una conxión entre lo que pensamos y lo que experimentamos. Este concepto ya no es nuevo para el público.
Esto se debe a que cada vez más personas se han interesado en la conexión entre la mente y el cuerpo. Han leído muchos libros sobre pensamiento positivo y autoayuda, así como textos que motivan y traen inspiración. Un joven me dijo que tenía 60 libros libros de ese tipo en su biblioteca.
Lo interesante es que la gente me ha dicho que ha probado las teorías de pensamiento positivo y de autoayuda, pero han descubierto que no es suficiente. Algo les falta. Piensan que debe de haber algo más, y que ese "más" es la espiritualidad, lo que se resume en Dios y nuestra relación con él. Hoy las personas quieren descubrir la conexión entre la espiritualidad y la curación. ¿Cómo funciona? ¿Cómo puedo sanarme a mí mismo y a los demás?
Estas personas no quieren que se les cuente acerca de la curación espiritual, sino que desean experimentarla. Quieren saber si hay algún sistema, y de ser así, cómo funciona, para practicarlo ellos mismos. Desean hacerse cargo de su salud y bienestar. Quienes asisten a mis seminarios desde hace algunos años, dan testimonio de que están aprendiendo este sistema de curación en Ciencia y Salud, y han restablecido su salud y la de otras personas.
Cualquier persona puede practicar la curación espiritual.
Sistema es la palabra que Mary Baker Eddy utiliza varias veces en Ciencia y Salud para describir la Christian Science. Ella dice, por ejemplo: "Este sistema capacita al que lo estudia para demostrar el Principio divino, sobre el cual se basaba la obra sanadora de Jesús, y las reglas sagradas para su aplicación actual a la curación de la enfermedad". Ciencia y Salud, pág. 147. ¿Podrías ampliar este concepto?
En mi práctica profesional he aprendido que la curación espiritual no es un misterio. No es abstracta ni un don especial que tan sólo unos pocos pueden practicar. Es un conocimiento que está al alcance de todos aquellos que desean sanarse a sí mismos y a los demás.
Un sistema es en realidad un método, una manera, un procedimiento, de cómo hacer algo. Jesús practicó un sistema de curación. Dio instrucciones a sus estudiantes, y a nosotros también, sobre cómo sanar; qué debemos pensar y qué no debemos pensar. Por ejemplo, dijo: "No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir". Mateo 6:25. Eso es definitivamente "lo que no se debe hacer" si deseamos ser saludables y estar bien. Luego Jesús nos instruyó sobre lo que debemos hacer cuando nos dijo: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". Mateo 5:48. Esto nos recuerda que debemos aceptar lo que es cierto acerca de nosotros mismos, es decir, que somos perfectamente saludables porque Dios nos hizo así.
Mary Baker Eddy estudió muy detenidamente el sistema de curación de Jesús, y escribió lo que aprendió en Ciencia y Salud. Ella denominó Christian Science este sistema de curación. El capítulo "La práctica de la Ciencia Cristiana" en Ciencia y Salud explica cómo sanar. Está lleno de instrucciones sobre cómo pensar espiritualmente, y cómo no debemos hacerlo. Por ejemplo: "Tomad posesión de vuestro cuerpo y regid sus sensaciones y funciones". Ciencia y Salud, pág. 393. Y en otra parte del libro dice: "Abrazáis vuestro cuerpo en vuestro pensamiento y debierais delinear en él pensamientos de salud, no de enfermedad". ibíd., pág. 208.
Este sistema de curación espiritual es más que pensar positivamente cuando uno está enfermo. Es más que decir simplemente por ejemplo: "Estoy bien". Para sanar espiritualmente la oración necesita reconocer esa conexión con el poder sanador divino, o sea Dios. De manera que, según lo veo yo, pensar espiritualmente sería: "Me siento bien porque (y ésta es la parte espiritual) el Amor divino me hizo así".
En uno de los diccionarios que uso, la espiritualidad es definida como "perteneciente al espíritu... se distingue de lo físico", "no es material"; y la que me gusta más: "se relaciona con los pensamientos conscientes". Para mí esto significa que el pensamiento espiritualmente consciente no trata sobre el físico, los síntomas o la enfermedad; ni sobre cosas materiales como son las posesiones, ni las estrategias como las dietas y el ejercicio. Y ciertamente no incluye temor, odio ni desesperanza. El pensamiento espiritualmente consciente entraña paz, expectativa de curación, compasión y esperanza. Consiste en saber — y finalmente sentir — el poder sanador del Amor divino.
Personas de cualquier edad pueden aprender y practicar la curación en la Christian Science. Para los niños es muy fácil. Conozco varias familias en las que los niños oran por sus padres, y los niños pueden sanarlos. Yo empecé cuando tenía 13 años. Desde entonces no he visitado a ningún médico ni tomado ninguna medicina. El sistema de curación metafísica de Ciencia y Salud me ha demostrado cómo estar y permanecer bien. Ha sido tanto curativa como preventiva. Me ha sanado de dificultades, tal como migrañas, y tengo la seguridad de que fue lo que me mantuvo a salvo cuando estaba trabajando en un país asiático donde la malaria estaba muy difundida.
Todo lo que dices confirma lo que dice la Biblia: "Medico, cúrate a ti mismo". Lucas 4:23. Si alguien está realmente interesado en aprender a sanarse a sí mismo y a los demás, ¿qué le recomendarías?
A mí me gusta compartir con la gente lo que llamo "YO PUEDO en 4 pasos". Poder implica hacer, de modo que hay cuatro cosas que puedes hacer para aprender a sanar. Comprar Ciencia y Salud. Comenzar a leerlo. Buscar ideas espirituales en el libro. Comenzar a poner en práctica esas ideas.
Otro paso es tomar el curso de 12 lecciones sobre la curación espiritual con un maestro de la curación en la Christian Science. Después del curso, los participantes en la clase asisten a reuniones anuales de asociación, que son esencialmente días adicionales de enseñanza avanzada sobre cómo sanar.
La manera más importante de aprender a sanar es practicar, practicar, practicar. Para hacerlo toma una idea sanadora de Ciencia y Salud y piensa realmente cómo la puedes aplicar a lo que está sucediendo en tu vida o en tu cuerpo. Ora con ella. Practícala.
Por ejemplo, practica este concepto: "Estad de portero a la puerta del pensamiento". Ciencia y Salud, pág. 392. Esto quiere decir vigila muy bien lo que entra en tu pensamiento. Un portero hace dos cosas: permite entrar a las personas que deben estar allí, y deja afuera a las que no deben estar presentes. De manera que debemos permitir la entrada a las conclusiones espirituales, y cerrarle el paso a los pensamientos que no son saludables. Tienes que ser activo en esta manera de pensar. Vigila a cada momento lo que permites entrar en tu pensamiento. No le permitas la entrada a ninguna idea que no sea saludable, ni a los temores sobre las enfermedades, la herencia o los síntomas. Déjalos fuera, y niégalos. pienses en la enfermedad. no hables ni especules sobre ella. No mantengas una y otra vez pensamientos tales como "¿qué pasaría si?" o "¿por qué a mí?" Permite la entrada de los pensamientos que dan salud, que provienen de la Mente divina. Declara con firmeza que Dios te hizo sano y fuerte, y te mantiene sano y fuerte.
Si las personas pueden aprender a orar con eficacia por si mismas, ¿cuál es tu papel como practicista profesional?
La gente puede aprender a hacer la mayor parte de las cosas, como es arreglar un grifo que pierde. No obstante, cuando han cambiado la arandela e hicieron todo lo que pudieron, y la canilla sigue perdiendo, por lo general, llaman a un profesional. Llaman a un plomero. No esperan a que la situación esté fuera de control o se les inunde la casa.
Es un hecho que las personas pueden aprender a sanarse a sí mismas espiritualmente. No obstante, a veces se presenta una situación en la que las nubes del temor y la preocupación oscurecen su pensamiento y confianza. Puede que la condición parezca demasiado difícil para que la persona la enfrente sola, o sienta que no tiene la experiencia necesaria para orar por elle misma. Cuando ocurre esto puede que tenga que llamar a un profesional, alguien con experiencia en la curación en la Christian Science.
Mary Baker Eddy lo expresa así: "Si los estudiantes no se sanan prontamente por sí solos, no debieran demorar en acudir a un Científico Cristiano experimentado para que los ayude". ibíd, pág. 420. Ella sabía por experiencia que es bueno que las personas pidan ayuda cuando se sienten temerosas o abrumadas, o no logran sanarse. No es beneficioso dejar que la preocupación por tu salud crezca en tu pensamiento. Quieres terminar con la enfermedad y sanarla.
Entonces mi trabajo es orar con resolución por el paciente hasta que la curación se haya manifestado. Me mantengo confiada, con la certeza de que Dios es amoroso y cuida de la persona, y que ésta no tiene ninguna razón para sentirse ansiosa. Juntos podemos ponernos del lado de Dios y salir victoriosos. Véase Himnario de la Christian Science N° 296, versión en inglés.
¿Qué haces cuando tu paciente no mejora o el problema no se resuelve?
No hay una respuesta sencilla a la pregunta sobre qué impide la curación o por qué la curación parece retardarse. Cada persona es individual. Cada caso es individual. La Sra. Eddy habla sobre este punto en Ciencia y Salud, y comparte lo que aprendió de su propia práctica sanadora y la de sus estudiantes. Por ejemplo, dice: "El cuerpo mejora bajo el mismo régimen que espiritualiza el pensamiento; y si la salud no se manifiesta bajo ese régimen, eso prueba que el temor está gobernando el cuerpo". Ciencia y Salud, pág. 370.
Pienso que eso significa que cuando oro tengo que asegurarme de no permitir que ningún temor entre en mi pensamiento. Y en mi tratamiento afirmo que nada puede impedir la curación, que nada puede obstruir o retardar el cambio necesario en el pensamiento del paciente que tendrá como resultado la curación. El poder de Dios al que se recurre en un tratamiento, es inmediatamente eficaz, aquí y ahora. El paciente está sano y bien, ya mismo.
La oración es eficaz. Si uno no cree esto o no lo espera, entonces no tiene ningún sentido orar. Por eso nunca me doy por vencida. Yo creo que para Dios todas las cosas son posibles. La curación se puede producir en cualquier momento. Si la curación parece retrasarse, entonces redoblo mis esfuerzos y continúo orando. Pero si el paciente no desea que yo continúe orando, y quiere recurrir a otras formas de tratamiento, con mucho gusto dejo el caso.
La oración es eficaz, por eso nunca me doy por vencida.
¿Hay alguna otra idea específica que la experiencia y el estudio te hayan brindado sobre cómo ser mejor sanadora?
Tanto el practicista como el paciente tienen que orar con perseverancia; persistir en ello. Tratamos siempre con el pensamiento. Los pensamientos espirituales tienen que superar los pensamientos temerosos y malsanos de enfermedad. Esto ocurre cuando afirmamos continuamente cosas tales como "Dios me hizo (a mí o a la persona por la que estoy orando) sana y me mantiene (a mí o al paciente) sana". Esta verdad sobre el ser espiritual se debe declarar con confianza. Es muy importante creer y regocijarse en ello. Hay que esperar buenos resultados, de otro modo, no tiene ningún sentido orar. Uno tiene que tener la expectativa de que la curación se va a producir. Dios nos ama. Nos hizo a cada uno perfectamente saludable y bien. Este hecho nunca cambia. Tenemos que aferrarnos a esta verdad hasta que experimentemos salud, armonía y libertad.