El camino se extendía, interminable, delante de nosotros. A ambos lados, grandes campos llenos de sembrados se perdían a lo lejos. A veces eran lo que parecían antiquísimos olivares; otras, cereales v vides; más adelante, naranjales y mandarineros que, muy pronto, más entrada la primavera, llenarían con su intenso aroma a azahar el interior de todo automóvil que se aventurara a pasar por sus dominios. Andalucía, la parte sur de España, es siempre maravillosa de visitar, con sus flores, su sol y, especialmente, su gente. Cuando uno recorre como turista sus sendas se olvida por completo de los desafíos que ha dejado atrás No obstante, encuentro que este paisaje invita a la reflexión.
¿A quién no le gustaría que las cosas siempre anduvieran bien y pudiéramos sentir ese mismo gozo en nuestro diario vivir? Ya sea la certeza de que nos alcancen los medios para llegar sin temor a fin de mes, y sentirnos muy bien de salud, a que podamos superar las diferencias que pudiéramos tener con otra persona, y vivir seguros y en paz.
No obstante, estamos tan acostumbrados a que las cosas no salgan bien, que simplemente las aceptamos, cuando la verdad es que podemos contribuir a que la situación mejore. No se trata de pensar positivamente, sino de comenzar a reconocer el poder que Dios nos ha dado: "Y creó Dios al hombre a su imagen... varón y hembra los creó... Y los bendijo Dios, y les dijo... llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread... " Génesis 1:27, 28. sobre todas las cosas.
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