La Foto de un padre o una madre con su Bebé en los brazos nos hace pensar en todos los sueños y esperanzas que ellos han tenido para su querido hijo. Es natural que pensemos que un bebé es nuestro. No obstante, la Biblia nos recuerda bondadosamente que todos somos hijos de Dios. Y este Hecho Puede Liberarnos de mucha ansiedad, porque cuando pensamos en criar un hijo sentimos que necesitamos toda la ayuda posible. Y qué mejor apoyo podríamos encontrar que el que dios brinda?
En la Epístola a los Romanos, el Apóstol Pablo agrega que no sólo somos hijos de Dios, sino que somos coherederos con Cristo. Romanos 8:16, 17. ¿Qué clase de herencia recibimos? Nuestra herencia incluye la conciencia de que Dios está con nosotros, que Su inteligencia divina nos guía a nosotros y a nuestros hijos y que responde a todas nuestras necesidades. Es la percepción de que el amor y el poder de Dios están siempre presentes y nos protegen. Él es la fuente de nuestra salud, inteligencia, pureza, bondad y Creador, son ilimitadas y están siempre a nuestro alcance. Esta percepción reemplaza el temor y la ansiedad por una firme confianza en Dios.
Muchas veces la presencia de un niño hace resurgir en un padre el sentido de pureza, inocencia y amor. Cuando vemos a un niño pequeño correr con las manos extendidas para que le demos un abrazo, nos recuerda el placer tan puro que podemos llegar a sentir. Y esto de inmediato nos lleva a orar con el corazón, diciendo: Amado Padre-Madre Dios, ayúdame a preservar esta inocencia, esta confianza, este amor puro.
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