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El Rincón Postal

Del número de julio de 2005 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La oración lo sana de SIDA

Ya hace poco más de un año que comencé a leer Ciencia y Salud. En esa épocapadecía de varias molestias físicas y mentales, aparte de enfrentar una peligrosa enfermedad en la sangre (VIH-SIDA), y no tenía consuelo. Pasaba todo el día pensando en los diagnósticos del médico que sólo me hablaba del sumo cuidado que debía tener en cuanto a la alimentación, la higiene y el cúmulo de medicamentos a ingerir, única forma de preservar mi vida algunos años más, quizás meses. No obstante, mis amigos me apoyaban mucho tratando de que mi vida siguiera como antes.

Soy actor de teatro para niños, y en un viaje de trabajo una colega que conocía la Christian Science comenzó a hablarme de ella. Tiempo después me regaló un ejemplar de Ciencia y Salud, y guió mis primeros pasos hacia este descubrimiento científico de Mary Baker Eddy y hacia el amor infinito de Dios, que fue desde ese momento el sustento de mi vida. Comenzó poco a poco notable transformación en mi pensamiento, y decidí acogerme sólo a Dios para corregir los problemas. Poco después, llamamos a una practicista de la Christian Science quien muy amablemente me transmitió varias ideas sobre nuestro verdadero ser y nuestra relación con Dios.

Hoy mi vida es otra. He sanado y he despertado de esa horrible pesadilla. Por todas bendiciones he comenzado a ayudar a otras personas para que también descubran su propia identidad y sepan que hace más de cien años hubo una mujer que inspirada por el Espíritu divino escribió: "La ignorancia de lo que es Dios ya no es el puente hacia la fe. La única garantía de obediencia a Dios es una comprensión correcta de Él, y Conocerle a Él correctamente significa Vida eterna" (pág. vii).

Un colaborador de la zona del Caribe

La gratitud la ayuda a sanar

Hoy recibí la revista de El Heraldo de la Christian Science. Inmediatamente me puse a leer el artículo "¿Qué piensas de Dios? De eso depende tu futuro". No sabía si llorar, reír, gritar o bailar; muchas cosas pasaron por mi mente. Me daba cuenta de que lo que estaba sintiendo era una inmensa gratitud por el Cristo persuasivo y persistente, que estoy conociendo, y que no tiene la mínima intención de abandonarme jamás.

Pensé que lo único que tenía que hacer era perseverar en mi relación con Dios. Él me espera, me acompaña, está presente ahí donde estoy. Y es maravilloso saber que está aquí con todos Sus hijos.

Ocurrió que de mucho buscar la paz que tanto ansiaba, un día una compañera de trabajo puso a mi alcance un Heraldo. Y yo que siempre creí en Dios y tantas veces lo culpé de mis sufrimientos y de que me abandonaba, supe desde ese día que había estado todo el tiempo protegida por Su poder divino y amoroso. Me di cuenta de que había estado siempre rodeada de muy buenas personas, trabajo, excelentes libros para aprender y leer, un compañero leal, con quien construimos una casa; tres hijos maravillosos a quienes amo con todo mi ser; y un auto para ir a trabajar y pasear.

Anteriormente, en mi búsqueda había recurrido a un psicólogo y a toda clase de medicina alternativa, pero no obtuve respuesta alguna a mi tristeza, angustia e inseguridad. ¡Qué hermosa sensación de paz sentí cuando leí que yo también tengo cualidades apreciables y honorables que el Cristo me va revelando! Qué agradecida me sentide saber que mi paz interior está en mi relación con Dios y de reconocer que soy hija de este Padre-Madre celestial que esperaba pacientemente para rescatarme de mis temores y sufrimientos.

Hoy, después de transitar tres años por el camino de la Christian Science, muchas son las transformaciones en mi vida personal. Me da seguridad saber que nada puede lastimar mi identidad espiritual: y deseo profundamente que se conozca cada vez más este hermoso libro Ciencia y Salud, en cuyas páginas su autora, Mary Baker Eddy, escribe: "Millones de mentes sin prejuicios sencillos buscadores de la Verdad, fatigados peregrinos, sedientos en el desierto esperan con anhelo descanso y refrigerio. Dadles un vaso de agua fría en nombre de Cristo y jamás temáis las consecuencias" (pág. 570). Dios bendice nuestro crecimiento espiritual.


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