¿Qué impacto tuvo la Ciencia Cristiana en tu vida?
Poco después de conocer el libro Ciencia y Salud, tuve que poner en práctica lo que estaba aprendiendo, puesto que diagnosticaron a mi mujer de una grave enfermedad. Los médicos le daban un par de meses de vida. Sin embargo, después de orar seis meses como enseña la Ciencia Cristiana y recibir ella tratamiento espiritual de un practicista de esta Ciencia, los mismos médicos reconocieron que estaba totalmente curada. Ellos lo consideraron un milagro.
¿Qué significó esta curación para ti?
Bueno, por muchos años ejercí como psicoterapeuta en Málaga, y tenía una consulta muy prestigiosa. Ingresaba bastantes honorarios, tenía propiedades y un buen pasar. Cuando vi que mi mujer fue desahuciada por los médicos, y sanada por medio de la oración científica, comencé a cuestionar mi actividad. Me di cuenta de que había estado ejerciendo en el campo de la salud por amor a la gente, y que seguía tratando a los pacientes con las formas tradicionales, en lugar de hacerlo con la oración.
Percibí que había una resistencia en mí debido al temor a la falta de provisión. Pensaba que si les hablaba a los pacientes de todo lo que había ocurrido, ellos pensarían que había perdido la cabeza y me quedaría sin las entradas con que contaba.
Entonces pude relacionar que el mismo Dios que había sanado a mi señora era mi sustento, mi provisión. Cristo Jesús afirmaba que debemos estar más conscientes del gobierno de Dios. Dijo: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". Mateo 6:33. Me tomé esa promesa muy en serio y decidí dedicarme a la práctica pública de la Ciencia Cristiana. Lo cierto es que hoy sigo viviendo cómodamente, con la diferencia de que lo gozamos mucho más. También hemos enfrentado momentos en los cuales hemos tenido que recordar que Dios es fiel a Su promesa.
¿Hay algún caso específico que te gustaría contar?
Sí. Resulta que hace tres años tuvimos que hacer frente a unos desembolsos bastante elevados y en aquel momento no teníamos el dinero. Mi esposa y yo entonces comenzamos a orar apoyándonos en que Dios cumple siempre lo que promete, como está en las primeras páginas del Génesis, donde dice que Dios lo hizo todo bueno e hizo al hombre a Su imagen y semejanza. Nosotros somos espiritualmente ese hombre de la creación de Dios. Y puesto que Dios es infinito, y es Todo-en-todo, Él es toda sustancia, y nosotros ya tenemos todo lo necesario, porque viene con nosotros, acompaña el hecho de ser una creación divina, de ser la imagen de Dios, la Vida misma. Y esto es una ley que no depende de nosotros, y que se cumple indefectiblemente, como el sol que sale todas las mañanas.
Resultó que mi esposa tenía unos terrenos en la montaña que estaban en venta desde hacía unos doce años y nadie quería comprar. Esos terrenos no tenían la suficiente cantidad de metros cuadrados como para poder edificar, según las leyes de España; sólo servían para cultivo. Pero de pronto un día una persona nos llamó por teléfono diciendo que quería comprarlos y además a un precio muy, muy bueno. Si bien nos llenamos de alegría, de inmediato pensamos que seguramente ese señor debía estar confundido y no queríamos perjudicarlo. Así que fuimos a hablar con él para aclararle que allí no se podía edificar. Pero él nos dijo que lo sabía, y que ese terreno valía mucho para él. Así que nos pagó una cantidad tres veces superior a lo que necesitábamos.
Háblanos un poco de lo que es la oración para ti.
Normalmente confundimos orar con "rezar", recitar, o pedir. Esto infiere que Dios no sabe algo de mí, o que yo necesito algo. La oración para mí consiste en reconocer lo que ya hay.
En la Biblia, hay un pasaje en que Agar se halla en el desierto con su hijo Ismael, que había tenido con Abraham, y llega un momento en que están agonizantes a causa de la sed. Entonces ella decide volverse a Dios, escucharlo, y recibe un mensaje, un pensamiento divino, lo que llamaríamos un ángel, y eso le hace ver la realidad, es decir, que lo que ella necesita ya está allí. Luego descubre un manantial de agua que antes no había podido ver.
A veces puede que nos parezca que estamos en un mundo ensombrecido al que le hace falta la luz de Dios. Sin embargo, ante un sol brillante todo reverdece, hay luminosidad y alegría. Orar es precisamente volverse a Dios y ver la realidad que nunca nos va a llevar a sentir miedo o preocupación, sino a sentir paz y gozo. La realidad nos hace saber que lo tenemos todo, porque somos los hijos de un Padre y Madre lleno de ternura.
Es interesante esto que nos cuentas porque significa que cuando hemos enfrentado desafíos, el bien ya estaba con nosotros, pero no nos habíamos dado cuenta.
Exacto. El bien es lo único que ha estado siempre; el mal nunca estuvo. Pero a veces se necesita valor y firmeza para reclamar ese bien. Recuerdo la historia de un amigo mío que gozaba de una buena posición; tenía un trabajo bastante confortable que le daba ingresos altos, en una importante banca española. Pero cada vez que nos veíamos me decía que él no estaba contento trabajando allí, y que se sentía muy deprimido. Recuerdo que le pregunté qué le gustaría hacer, a lo que me respondió que desearía tomar su guitarra y tocar y tocar. Y le cuestioné por qué no lo hacía, y me dijo que eso no daba dinero.
Y justamente allí está el problema; creemos que la fuente de provisión es algo ajeno a Dios; algo que tenemos que ganar. Cuando la verdad es que el trabajo no puede ser nunca fuente de provisión, simplemente da a la humanidad la oportunidad de reflejar las cualidades que Dios nos ha dado.
Por un tiempo no tuve noticias de mi amigo, hasta que al cabo de un par de años, me enteré de que había dejado la banca y estaba feliz, ganándose la vida dando conciertos de guitarra.
Es decir que ese bien, esa fuente de provisión, es Dios, y había estado con él siempre, pero como estaba buscando el bien en otra parte, vivía esclavizado y triste, y no realizaba su auténtico trabajo. Todos tenemos algo muy hermoso que dar, pero la provisión no puede ser simplemente el sudor de nuestra frente; la sonrisa de Dios es la provisión.
Puede que alguien argumente que hay un Dios que nos sustenta, pero que sin embargo las leyes económicas dicen lo contrario y prevalecen.
Me imagino a Jesús, rodeado de más de cinco mil personas. Tiene compasión de ellas porque llevan mucho tiempo detrás de él; ya es tarde, están hambrientas y es un verdadero peligro lanzarlas al regreso. Entonces él se vuelve hacia sus discípulos, y les dice: "Dadles vosotros de comer". Lucas 9:13. Sus discípulos le dicen que solamente tienen cinco panes y dos peces, y que eso no va a ser suficiente para dar de comer a tantos. Es decir, con tan poco cómo vamos a poder solucionar tantos problemas. Y eso es lo que quiere decirnos hoy la situación económica: ¿cómo vamos a resolver tantos problemas con los recursos que tenemos?
Pues bien, Jesús toma esos panes y esos peces, eleva su pensamiento, es decir se despega de todas esas limitaciones que nos agobian, reconoce la abundancia de bien que ya está presente para todos, y alimenta a la multitud.
Jesús consideró que era una oportunidad para que apareciera de nuevo la luz, la verdad, y desapareciera el miedo, y se manifestara el tierno cuidado de Dios. Mary Baker Eddy afirma: "En la relación científica entre Dios y el hombre, descubrimos que todo lo que bendice a uno bendice a todos, como lo demostró Jesús con los panes y los peces—siendo el Espíritu, no la materia, la fuente de provisión". Ciencia y Salud, pág. 206.
Es decir que la oración es un recurrir a esa fuente más elevada...
Exacto. Hay una cita en el libro Escritos Misceláneos por Mary Baker Eddy, que para mí resume lo que hemos estado tratando. Dice: "Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria". Y es interesante la continuación: "Nunca pidáis para el mañana; es suficiente que el Amor divino es una ayuda siempre presente; y si esperáis, jamás dudando, tendréis en todo momento todo lo que necesitéis". Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 307.
Orar, recurrir a la fuente divina de provisión es bendecir, que es decir bien, pronunciar lo bueno. Pero para pronunciar lo bueno, antes hay que bien pensar. Es decir, tiene que haber un cambio de mentalidad porque cuando se piensa con miedo no se está pensando en la atmósfera de la realidad espiritual, del Amor, donde sólo hay confianza y armonía. El bien pensar es un pensar semejante a Dios; es pensar que ya lo hay todo. Y cuando pensamos de esta manera se solucionan los problemas.
