Disparar o no disparar al enfrentarse con piratas en alta mar. Invertir o no invertir en acciones que pueden representar un riesgo. Eliminar o no eliminar empleos.
Nadie se escapa de tener que tomar decisiones. Por un lado, los líderes de las naciones deben mostrar sabiduría al decidir qué hacer con el tema de los rehenes, con los rescates financieros y los presupuestos de defensa. Por otro lado, muchos agonizan sobre el costo de las universidades, el pago de hipotecas, los planes para jubilarse y las relaciones con los demás. A veces parece como si la mitad del mundo le estuviera pidiendo asesoramiento a la otra mitad, cuando en realidad ambas partes se encuentran en total oscuridad, y no hay suficientes asesores para ayudarlos a todos.
Esta manera de pensar deja de lado por completo el consejo inspirado y bien intencionado que nos brinda la oración. La Biblia junto con el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, ofrecen la base de dicha oración. Estos libros son una guía que señala claramente que la dirección divina está siempre a nuestro alcance. La gran decisión a tomar consiste en adoptar un punto de vista espiritual que nos permita ver, con tranquilidad y confianza, las opciones que tenemos.
Pensemos por un momento en la experiencia de Elías. Consternado por la deslealtad que lo rodeaba, y sintiendo lástima de sí mismo, se encontró frente a una tormenta para descubrir que a menudo la voz de Dios al guiarnos es sólo un suspiro en el sosiego de un corazón que ha perdido el orgullo. Véase 1 Reyes, cap. 19. Del mismo modo, es esencial que estemos preparados para apartarnos de todo el ruido y el acceso instantáneo que nos rodea en esta vida del siglo XXI, para escuchar con atención la dirección de Dios.
Abraham tuvo que tomar una decisión muy difícil cuando escuchó el llamado de Dios para que sacrificara a su hijo Isaac en la cima de una montaña en la tierra de Moriah. Pero Abraham era tan leal a Dios y a lo que Dios le pedía, que él y su hijo fueron salvos. Abraham aprendió que tener una fe absoluta en Dios trae bendiciones, aunque a veces de la manera más inesperada. Véase Génesis 22:1-14.
También pensemos en el llamado que recibieron los discípulos de dejar sus redes y seguir a un predicador itinerante, Jesús, que prometía hacerlos "pescadores de hombres". Este pedido aparentemente poco práctico, desafiaba el sentido común, no obstante ellos respondieron, percibiendo que una profunda convicción interior debía estar motivando a este predicador. Probablemente no se sorprendieron cuando Jesús les explicó que él no podía difundir la luz por el mundo ni tomar decisiones sabias, sin apoyarse totalmente en su Padre celestial, a quien él siempre deseaba complacer. Véase Juan 8:29.
Según se ve, Jesús nunca dudó de que esta relación determinaría cada curso de acción y resolvería rápidamente las decisiones que tuviera que tomar. Y él esperaba que sus seguidores—antes y ahora—cultivaran la habilidad de responder de manera similar para que ellos también pudieran sentir la inspiración del Amor divino en su vida diaria.
Esas personas, así como muchos otros en las Escrituras, estaban en línea con la observación que hace Mary Baker Eddy de que el consejo humano nunca es suficiente. Ella escribió: "Pedir sabiduría a Dios, es el principio de la sabiduría. La mansedumbre, moderando el deseo humano, inspira sabiduría y logra el poder divino". Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 359-360.
El salmista afirma que nuestros tiempos están en manos de Dios. Somos mantenidos en Su "amor infalible". Salmo 31:15, 16, New Internacional Version. En ese ambiente no hay oscuridad, ignorancia, incertidumbre, confusión o vacilación. Saber que Dios nos ama y cuida, nos permite mantener firme nuestra fe, y resistir toda tentación de tomar las cosas en nuestras propias manos, o rechazar el plan de Dios.
A veces, cuando tomamos decisiones, el sentido común práctico es nuestro punto de partida. Brinda una calma que facilita la oración y revela la Ciencia del Cristo, la cual sistemáticamente reemplaza el desorden con el orden, la ignorancia con el entendimiento espiritual, y la incertidumbre con la convicción de que la bondad de Dios está siempre presente.
Todos podemos dejar de lado la obstinación y apoyarnos en la sabiduría de Dios.
Si cometemos una equivocación, o enfrentamos dificultades inesperadas, podemos permanecer flexibles, alertas en oración para que nada pueda impedirnos discernir cuál es el mejor curso a seguir. Toda dificultad, cuando se ve correctamente, se transforma en una oportunidad, tan poderosa que atenúa el problema. Y ya sea que hayamos descubierto que nos equivocamos o que simplemente veamos el curso que estamos siguiendo desde otra perspectiva, nada nos impide que reconsideremos la situación. En cualquier momento podemos ajustar nuestra decisión de acuerdo con la creciente comprensión que obtengamos de la conexión que tenemos con la naturaleza infinitamente variada, aunque siempre armoniosa, de Dios.
En la consciencia divina no existen las indecisiones. El orgullo o el mero precedente no pueden afectar las decisiones inspiradas. Fortalecidos por la certeza del gobierno de Dios, todos podemos dejar de lado la obstinación y apoyarnos totalmente en Su sabiduría, Su perspectiva espiritual, en el espíritu de estas palabras de Ciencia y Salud: "Contemplando las infinitas tareas de la verdad, hacemos una pausa—esperamos en Dios. Luego avanzamos, hasta que el pensamiento ilimitado, se adelante extasiado y a la concepción libre de trabas le sean dadas alas para remontarse a la gloria divina". Ciencia y Salud, pág. 323.