En el Nuevo Testamento, la Biblia habla del amor fraternal, un amor que Cristo Jesús expresó muy claramente. Consideraba que los que se apoyaban en Dios eran sus hermanos. De hecho dijo: "Todo aquél que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana y mi madre". Marcos 3:35. luego nos dejó el mandato: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Mateo 22:39.
La lectura de estos pasajes siempre reaviva en mí un sentimiento de dulce confianza, de enorme esperanza, de que a pesar de los conflictos y desacuerdos que pueda haber entre la gente, los pueblos y las naciones, aquellos que esperamos y anhelamos encontrar una paz definitiva podemos alcanzarla gracias al Amor divino y a la hermandad que Dios nos ha otorgado.
Hace unos años, falleció mi hermano, el menor de la familia. Yo me negaba a aceptar que él ya no estaría más entre nosotros, y esperaba que Dios me diera una respuesta más clara que simplemente mi intuición espiritual.
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