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Original Web

Acude a la fuente verdadera

Del número de diciembre de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 2 de octubre de 2017 como original para la Web.


Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 494). ¿Cómo un “Amor divino” aparentemente abstracto responde a una “necesidad humana” aparentemente concreta? 

Durante una extensa sequía, el Señor le indicó al profeta Elías que fuera a la ciudad de Sarepta, donde, como Dios le hizo saber a Elías, encontraría a cierta viuda que lo sustentaría (véase 1 Reyes 17). Él obedeció y encontró a esa mujer, pero ella tenía tan pocos recursos que era incapaz de sostenerse a sí misma, mucho menos a alguien más. Con tan solo un puñado de harina y un poquito de aceite que le quedaban, ella planeaba preparar la última comida para ella y su hijo, y luego morir.

Elías le dijo: “No tengas temor”, y le indicó que usara la harina para prepararle a él una pequeña torta primero, y luego para ella y su hijo. Él le prometió que ni la tinaja de aceite ni la harina escasearían, hasta que regresara la lluvia para terminar con la sequía. La mujer obedeció la indicación de Elías, y después, el aceite y la harina continuaron alimentándolos a ella, a su hijo y a Elías, como él le había prometido.

¿Cómo pudo Elías tener esa certeza de que la harina y la vasija de aceite no menguarían, aun antes de que este fenómeno realmente ocurriera? En Filipenses, Pablo escribe: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (4:19). Si bien, Elías vivió mucho tiempo antes que comenzara el ministerio de Cristo Jesús, Elías confiaba en el mismo Dios amoroso que Jesús describía diciendo que era capaz de responder a las necesidades.

De Elías a Pablo, al descubrimiento de la Ciencia Cristiana por la Sra. Eddy, y hasta el día de hoy, el hecho perdura de que Dios, el Espíritu, es nuestra verdadera fuente de provisión. La provisión, entonces, es totalmente espiritual en su origen. Comprender esto hace que se cumpla en nuestra experiencia humana. Eddy escribe: “Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria. Nunca pidáis para el mañana; es suficiente que el Amor divino es una ayuda siempre presente; y si esperáis, jamás dudando, tendréis en todo momento todo lo que necesitéis” (Escritos Misceláneos 1883–1896, pág. 307).

Hace varios años, cuando estaba en la comisión directiva de mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico, pusimos a consideración una solicitud para adquirir un órgano nuevo a un costo considerable. En un momento dado, levanté en alto una hoja de cálculo y dije: “No tenemos dinero para comprar un órgano tan caro”. De inmediato, otro miembro de la comisión respondió y dijo algo así: “Steve, yo pienso que no debemos mirar una hoja de cálculo para que nos muestre cuál es la verdadera fuente de nuestra provisión”.

Esa declaración me despertó. Yo sabía que ella tenía razón, y mi forma limitada de pensar fue debidamente corregida. Entendí que ella no estaba a favor de que se tomara una decisión imprudente, sino que me estaba señalando el hecho de que Dios nos provee a todos nosotros, a Su creación espiritual, de todo lo que necesitamos. A través de la oración podemos esperar ver evidencias de esta verdad espiritual en nuestra vida diaria.

Dios nos provee a todos nosotros, Su creación espiritual, de todo lo que necesitamos.

Tres días después de esa reunión, recibí una llamada telefónica de alguien que había asistido a nuestra iglesia hacía muchas décadas, y deseaba hacer una donación, y quería saber si necesitábamos algo en particular. Esta persona no tenía idea de que yo estaba en la comisión directiva de la iglesia, o que teníamos una necesidad en ese mismo momento. Le expliqué lo del órgano, y poco después nos enteramos de que esta persona nos enviaría un cheque con toda la cantidad que necesitábamos. La ironía de que yo, inicialmente el dudoso de Tomás, fuera con quien esta persona se comunicara para responder, finalmente, a la necesidad de nuestra iglesia, no pasó desapercibida en mi pensamiento, y reflexioné más aún sobre esta lección.

Llegué a entender que esta lección de adónde recurrimos para tener provisión, se transfiere a otro aspecto importante de nuestra vida: ¿a dónde recurrimos para obtener nuestra provisión de salud? ¿Recurrimos a nuestro cuerpo físico “concreto” como a una hoja de cálculo, esperando ver las ganancias o temerosos de los déficits? De una forma u otra, somos tentados por la mente mortal —la contrahechura de la Mente única, Dios— para creer que nuestro bienestar depende de la materia limitada y sus aparentes, a veces desalentadoras, condiciones, muy semejante a lo que le pasó a la viuda que se quedó tan solo con una vasija de aceite y un puñado de harina.

Pero la Ciencia Cristiana presenta una poderosa alternativa al hecho de ceder legitimidad al cuadro material y limitado de la mente mortal. Eddy escribe: “Debiéramos apartar la vista de la suposición opuesta de que el hombre es creado materialmente, y volver nuestra mirada hacia el registro espiritual de la creación, hacia aquello que debería estar grabado en el entendimiento y en el corazón ‘con punta de diamante’ y la pluma de un ángel” (Ciencia y Salud, pág. 521).

¿Cuál es este “registro espiritual de la creación” hacia el cual debemos “volver nuestra mirada”? El primer capítulo del Génesis nos informa que Dios creó al hombre a Su imagen y que lo que Él ha creado era “bueno en gran manera” (véanse versículos 26, 27, 31). Entonces, el “registro” que debemos consultar es el registro de nuestro origen y fuente divinas.

Aceptar que Dios es nuestra fuente es reconocer que la Vida divina e infinita es la que provee y sostiene por completo nuestra existencia, nuestra vida misma. ¿Podría acaso esta Vida sostenedora proveernos alguna vez de algo opuesto a ella misma, tal como mal, escasez, enfermedad, dolencia, pecado o muerte? ¡No! Como estos no provienen de la infinitud de Dios, el bien, no tienen proveedor verdadero alguno, por lo tanto, deben ser errores de los sentidos, o meras negaciones. Pueden parecer reales —como los déficits en la hoja de cálculo de la mente mortal y el cuerpo— pero como no tienen presencia en la Vida que es Dios, no tienen presencia verdadera en ninguna parte.

Podemos comprender el dominio que Dios nos ha dado sobre los errores, las creencias falsas, que negarían la provisión del bien infinito que Dios nos da, y de esa forma demostrar la irrealidad de esas pretensiones. A medida que nos sintonizamos con el mensaje del Cristo acerca del cuidado infinito de Dios, llegamos a comprender que el mal no tiene fuente, que la escasez no tiene realidad, y que el pecado, la enfermedad, la dolencia y la muerte jamás pueden empequeñecer la Vida. Este reconfortante mensaje del Cristo tiene su origen en nuestra verdadera fuente y proveedor, Dios, y viene al pensamiento humano, trayendo con él la inspiración que responde a nuestra necesidad de paz, salud, sabiduría, provisión, entendimiento espiritual y curación.

Jesús dijo: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6:8). Basados en las enseñanzas de Jesús, podemos con toda confianza tener la certeza de que nunca estamos desconectados de nuestra fuente que todo lo sabe, el Padre que nos ama y satisface todas nuestras necesidades.

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