A pesar de todos los desafíos que tal vez enfrentemos, aquí mismo, ahora mismo, podemos sentir la presencia de Dios, cuando recurrimos a Él, la Mente divina, en busca de ayuda. ¡Cuánto anhelaba tener este entendimiento hace unos años, cuando lidiaba con tantos problemas! Un día, en mi desesperación, grité: “¡Dios mío, ayúdame!”, y fue como si una voz me dijera fuerte y claramente: “Prueba la Ciencia Cristiana”.
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