En la Biblia leemos de las maravillosas curaciones que realizó Cristo Jesús. Al pensar en esas curaciones, tal vez deseemos que Jesús estuviera todavía aquí para hacer esas obras. Las buenas nuevas son que la curación como Jesús sanaba, sigue siendo posible hoy en día.
Probé esto un día cuando estaba en la escuela de postgrado y andaba en bicicleta para ir a mi trabajo de medio tiempo. Un día, cuando llegué a casa, me dolía mucho la espalda. Unos días antes había conocido a un sanador de tiempo completo: un practicista de la Ciencia Cristiana. Rengueando me acerqué al teléfono y lo llamé para pedirle ayuda.
Le recordé al practicista quien era yo y le describí mi problema. Él estuvo de acuerdo en darme un tratamiento en la Ciencia Cristiana y, al colgar el teléfono, el dolor y la discapacidad desaparecieron por completo. Lo llamé de inmediato para decirle que estaba totalmente libre. Aunque esta curación ocurrió hace algunos años, aún recuerdo vívidamente la alegría que me dio. El pronto alivio que experimenté fue una de mis primeras pruebas de que la curación de la manera que Jesús sanaba es posible mediante la Ciencia divina del Cristo.
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