Un mensaje angelical a una virgen reverente. Una estrella sorprendentemente brillante. El nacimiento de un Salvador revelado a los pastores en el campo en medio de la noche. Es así como el obsequio que Dios hizo de Su Hijo al mundo llegó a los corazones receptivos, tan calladamente.
De esa misma forma poderosa y callada fue que el mensaje del Cristo, sobre el amor y el cuidado universales que Dios brinda a cada uno de Sus hijos, vino a cada persona mediante el ministerio de Cristo Jesús. Y es de esta forma que el mensaje del Cristo viene a las mentes y corazones receptivos hoy en día. Llega silenciosamente a los escondrijos más profundos de la consciencia humana individual, y atiende nuestros anhelos conscientes, e incluso aquellos no reconocidos, para traernos curación y redención.
En su libro sobre la Ciencia divina del Cristo, Mary Baker Eddy explica: “El Cristo es la verdadera idea que proclama el bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana. El Cristo es incorpóreo, espiritual, sí, la imagen y semejanza divina, que disipa las ilusiones de los sentidos; el Camino, la Verdad y la Vida, que sana a los enfermos y echa fuera los males, que destruye el pecado, la enfermedad y la muerte” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 332).
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