Un momento fundamental en la Biblia es cuando Pedro declara con firmeza que la identidad espiritual de Jesús es el Cristo, y Jesús responde a continuación que su iglesia sería construida sobre la roca, la cual Mary Baker Eddy describe como “el poder de Dios que estaba detrás de la declaración de Pedro acerca del Mesías verdadero” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 138).
Recientemente, hice un viaje a Israel que me abrió los ojos y me impulsó a pensar con detenimiento en el significado del lugar en particular donde se hizo esa afirmación del Cristo. En la época de Jesús, el territorio al este y norte de Galilea estaba habitado principalmente por una población pagana, los gentiles, que no eran judíos, aunque también vivían judíos en esa área. Jesús llevó a sus discípulos a “las aldeas de Cesarea de Filipo” (Marcos 8:27), cerca de lo que es hoy Siria. En las cercanías de la misma capital romana regional de Cesarea de Filipo, había un lugar donde fluía un manantial de la boca de una cueva grande. Allí había muchos santuarios paganos, y algunas personas han especulado que existe una conexión entre esta cueva agorera de adoración pagana, y “las puertas del Hades” que Cristo Jesús mencionó a Pedro.
Es interesante que haya ocurrido en una región donde se encontraba este importante lugar de adoración pagana, pues se podría ver como que simboliza el opuesto mismo de lo que el Cristo representaba, y donde Jesús les hizo a sus discípulos la pregunta sobre quién era él (Mateo 16:13–20).
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