Hace algunos años, hubo en Brasil un brote de una enfermedad llamada chikungunya, producida por un virus y transmitida por mosquitos, que alcanzó índices epidémicos en algunas regiones del país. Muchas personas de mi barrio, e incluso de mi misma calle, así como todas las personas que viven en mi casa, contrajeron esa enfermedad.
Me sentía muy atemorizada con tantas manifestaciones de dolor y sufrimiento humano. En medio de tantas historias respecto a esa dolencia, cierto día, el año pasado, yo misma comencé a sentirme muy mal con todos los síntomas de esa enfermedad. Sin embargo, soy estudiante de la Ciencia Cristiana y aprendí a orar en tales circunstancias. Mis oraciones comenzaron con Dios, que es el Principio divino y el Amor divino. Dios es el bien, y Él nunca creó el mal, la enfermedad o la muerte para ninguno de Sus hijos.
La Ciencia Cristiana enseña, conforme al primer capítulo del Génesis en la Biblia, que como Dios es Espíritu toda Su creación es espiritual, y que el hombre tiene “dominio sobre toda la tierra” (véase Génesis 1:26), es decir que tiene dominio sobre todo el mal, o sea, sobre las creencias erróneas de que la enfermedad, el pecado y la muerte son reales. En el primero capítulo del Génesis leemos: "Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (versículo 31).
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