Como redactora del Christian Science Journal, Sentinel y El Heraldo, he tenido el placer de leer cientos de inspiradores artículos y testimonios de curaciones, escritos por personas que responden a esta misma pregunta en cada texto que escriben. Por ejemplo, hay un artículo que acabo de encontrar en mi escritorio de una mujer brasileña, que cuenta cómo conoció la Ciencia Cristiana en un momento muy problemático de su vida, y cómo restauró su tranquilidad y su sentido de hogar.
¿Cómo se enteró acerca de la Ciencia Cristiana? Alguien vio la necesidad de esta autora e, inspirado por el amor de Dios a semejanza del Cristo, y el amor a su prójimo, le extendió la mano y le dio un ejemplar de la revista Sentinel. Cuando sentimos este amor, todo sentimiento de apatía, temor o reserva que podamos tener respecto a compartir con otros una publicación periódica, simplemente se disuelve.
En su artículo la mujer explica: “Me gustó tanto lo que leí en la revista, que inmediatamente busqué la iglesia más cercana. Encontré la iglesia y, por ende, una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana, que me encantó. ¡Tiene tantos recursos! Fue como encontrar un cofre lleno de tesoros; en realidad, una sala llena de tesoros” (Scheila Ferreira, “How I found home,” Christian Science Sentinel, October 9, 2017).
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