Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

¡Eres esencial!

Del número de julio de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 10 de mayo de 2018 como original para la Web.


 Eres necesario. De hecho, eres esencial. ¿Por qué? Porque la Vida y el Amor, sinónimos de Dios, son esenciales, y tú eres la evidencia de la Vida y el Amor. El punto clave es que Dios —por ser la Vida y el Amor infinitos— debe expresarse, y tú eres esta expresión. La autora Mary Baker Eddy lo lleva un paso más allá cuando escribe en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “El hombre como vástago de Dios, como la idea del Espíritu, es la evidencia inmortal de que el Espíritu es armonioso y el hombre es eterno” (pág. 29). Tú eres digno y tan esencial para Dios como un hijo para un padre, o como una canción para un cantante. Simplemente, no es posible tener uno sin el otro. Y al comprender mejor la naturaleza fundamental y esencial de Dios, automáticamente estás comprendiendo más de la naturaleza fundamental y esencial de ti mismo como hijo propio de Dios.

Una perspectiva espiritualmente inspirada de la Biblia describe claramente cómo fue evolucionando la comprensión de qué es Dios, y termina el Nuevo Testamento diciéndonos que “Dios es amor” (1 Juan 4:8) “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17). Cristo Jesús constantemente señala que Dios es nuestro Padre, el único creador, del todo amoroso y siempre presente. La Ciencia Cristiana, basada en las enseñanzas de Cristo Jesús, explica que el hombre (y esto incluye a la mujer) es espiritual, deriva del Espíritu, Dios, el Amor invariable. Abrir nuestro pensamiento para comprender que Dios es un océano infinito de Amor divino que desea vivamente, cuida, guía y protege a toda Su creación, es hacer que nuestro pensamiento sea receptivo a una vida llena de abundante paz, sorprendente creatividad, vigorosa salud y firmeza.

Dios es el Ser divino, y por ser el vástago o efecto de Dios, reflejamos la esencia del Amor, la vitalidad esencial de la Vida. Somos la parte indispensable sin la cual Dios no podría existir. “Dios, sin la imagen y semejanza de Sí mismo, no tendría entidad, sería una Mente inexpresada. No tendría testigo o prueba de Su propia naturaleza” (Ciencia y Salud, pág. 303).

La naturaleza de Dios es ilimitada, afectuosa y lo incluye todo. Algunos sienten que comprender la naturaleza de Dios de esta forma es una liberación y como volver a casa al mismo tiempo. Otros es posible que se sientan inadecuados o piensen que no merecen sentir esa gracia y cercanía con Dios. Pero todos tienen la capacidad de experimentar que son inherentemente uno con Dios, lo cual aporta tal iluminación espiritual y alegría a su experiencia, que puede que descubran que su vida ha sido totalmente transformada.

Esto fue lo que le ocurrió a un joven padre que se lastimó seriamente la espalda, y de pronto no podía moverse. Además del extremo dolor, luchaba con la sugestión de que no merecía ser sanado, además de otras preocupaciones respecto a su familia y su habilidad para brindarles lo necesario y cuidar de ellos. Él era nuevo en la Ciencia Cristiana en aquella época, y le pidió a su esposa que llamara a un practicista de la Ciencia Cristiana y lo llevara a un sanatorio de enfermería de la Ciencia Cristiana. Allí pudo recibir el cuidado apropiado mientras se apoyaba en el tratamiento de esta Ciencia. En tres días, fue sanado y regresó a su casa, restaurándose nuevamente a su rutina normal.

Cuando se le preguntó cuál había sido la inspiración que había contribuido a la curación, dijo simplemente que había sentido el amor de Dios de una nueva manera; se sintió amado, merecedor del bien, que lo conocían y lo necesitaban. Fue esta nueva perspectiva acerca del Amor lo que atravesó la apariencia engañosa de la creencia sutil que había albergado durante años, de que él no era lo suficientemente bueno como para conocer a Dios y, por ende, no era posible que Dios lo conociera a él. Esta nueva opinión acerca de Dios y su propio valor intrínseco, liberó el pensamiento restringido, sanó el cuerpo e hizo que la alegría se manifestará en su vida mucho más plenamente.

Las sugestiones sutiles que cuestionan nuestra valía pueden presentarse de muchas formas, por ejemplo, puede presionarnos con insistencia para que midamos físicamente todos los aspectos de nuestra vida diaria: contemos nuestros pasos, calorías o el número de veces que la gente acepta lo que ponemos en Facebook. Otras sugestiones sutiles pueden susurrar que secretamente tenemos imperfecciones o estamos manchados debido a experiencias pasadas sobre las cuales no tenemos ningún control. Estas sugestiones tratan de confinar nuestro potencial infinito en repetitivos ciclos o burbujas egocéntricas, que ocultan nuestra verdadera valía y nos mantienen aislados. Pero a pesar de estos trucos y de esas otras sugestiones no tan sutiles de mucho dolor y pérdida, o abrumadores sentimientos de sentirnos desplazados o desorientados políticamente, la verdad persiste: tú mereces el bien y eres esencial para Dios.

Hay una voz callada y suave de Dios, persistente y por siempre activa, que declara: “No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre; mío eres tú.” (Isaías 43:1, La Biblia de las Américas). Este firme mensaje de la Verdad, Dios, alcanza los lugares secretos del temor y establece el reino de Dios —la armonía y el cielo— allí mismo donde nos encontremos. En Ciencia y Salud se compara la “voz inaudible de la Verdad” (véase pág. 559), con el rugir de un león cuyo rugido se escucha muchos kilómetros a la redonda, atraviesa bosques densos, renueva lazos, paraliza a sus enemigos y establece su territorio.

La voz callada y suave de Dios prevalece: Somos hechos a semejanza de Dios para glorificarlo. Esto hace eco de la oración de Cristo Jesús, donde reconoce su inestimable valor por ser expresión de Dios: “Padre,… glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti” (Juan 17:1). Nada puede impedir nuestro propósito sagrado. Dios nos ha dado ilimitada capacidad para explorar el bien infinito, para que nos deleitemos en la diversidad e innovación, para detectar y rechazar el mal, y para que nos liberemos con valor y confianza de las limitaciones que nosotros mismos nos imponemos.

Para Dios tú vales mucho y eres esencial porque eres Su manifestación infinita, Su presencia gentil en toda circunstancia. La gloria de Dios se refleja en nuestro altruismo, nuestra dignidad, nuestra generosidad e incluso en nuestro heroísmo. Es este propósito fundamental de glorificar a Dios lo que nos capacita para ponernos nuevamente de pie, y una vez más amar y sanar.

Kim Crooks Korinek
Redactora Adjunta

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 2018

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.